Encontrados 13 resultados para: Ajimelec

  • David llegó a Nob y se presentó al sacerdote Ajimelec. Este salió asustado a recibirlo y le dijo: «¿Por qué estás solo y no hay nadie contigo?» (1 Samuel 21, 2)

  • Dijo David a Ajimelec: «¿No tienes a mano una lanza o una espada? Porque ni siquiera he alcanzado a tomar mi espada ni mis armas, pues la orden del rey era urgente.» (1 Samuel 21, 9)

  • El edomita Doeg, que estaba entre los servidores de Saúl, respondió: «Yo he visto al hijo de Jesé venir a Nob, donde Ajimelec, hijo de Ajitub. (1 Samuel 22, 9)

  • El rey mandó llamar al sacerdote Ajimelec, hijo de Ajitub, a toda la familia de su padre y a los sacerdotes que había en Nob. (1 Samuel 22, 11)

  • Cuando estuvieron todos en presencia del rey, Ajimelec se presentó diciendo: «Aquí me tienes, señor.» (1 Samuel 22, 12)

  • A lo que respondió Ajimelec: «¿Quién ha habido entre todos tus servidores que sea tan leal como David, yerno del rey, jefe de tu guardia personal y respetado por toda tu gente? (1 Samuel 22, 14)

  • El rey respondió: «Vas a morir, Ajimelec, tú y toda la familia de tu padre.» (1 Samuel 22, 16)

  • Con todo, pudo escapar un hijo de Ajimelec, hijo de Ajitub, llamado Abiatar, quien huyó donde David (1 Samuel 22, 20)

  • David dijo al heteo Ajimelec y a Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab: «¿Quién quiere bajar conmigo al campamento de Saúl?» Abisay respondió: «Yo bajo contigo.» (1 Samuel 26, 6)

  • Dijo al sacerdote Abiatar (hijo de Ajimelec): «Trae, por favor, el efod.» Este se lo trajo, (1 Samuel 30, 7)

  • David, junto con Sadoq, de los hijos de Eleazar, y Ajimelec de los hijos de Itamar, los clasificó y los inscribió en el registro según sus funciones. (1 Crónicas 24, 3)

  • Semaías, hijo de Natanael, escriba, uno de los levitas, los inscribió en presencia del rey y de los jefes, y en presencia del sacerdote Sadoc, de Ajimelec, hijo de Abiatar, y de los jefes de familias sacerdotales y levíticas. Se sacaba a suertes: una vez para Itamar y dos veces para Eleazar. (1 Crónicas 24, 6)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina