Encontrados 146 resultados para: Cara

  • Le mostraron un denario, y Jesús les preguntó: «¿De quién es esta cara y lo que está escrito?» Ellos le respondieron: «Del César.» (Evangelio según San Marcos 12, 16)

  • Después algunos empezaron a escupirle. Le cubrieron la cara y le golpeaban antes de preguntarle: «¡Hazte el profeta!» Y los policías del Templo lo abofeteaban. (Evangelio según San Marcos 14, 65)

  • Estando Jesús en uno de esos pueblos, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le suplicó: «Señor, si tú quieres, puedes limpiarme.» (Evangelio según San Lucas 5, 12)

  • Y mientras estaba orando, su cara cambió de aspecto y su ropa se volvió de una blancura fulgurante. (Evangelio según San Lucas 9, 29)

  • ¿De quién es esa cara y el nombre que tiene escrito?» Le contestaron: «Del César.» (Evangelio según San Lucas 20, 24)

  • Le cubrieron la cara, y después le preguntaban: «Adivina quién te pegó.» (Evangelio según San Lucas 22, 64)

  • Al oír esto, uno de los guardias que estaba allí le dio a Jesús una bofetada en la cara, diciendo: «¿Así contestas al sumo sacerdote?» (Evangelio según San Juan 18, 22)

  • y, acercándose a él, le decían: «¡Viva el rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cara. (Evangelio según San Juan 19, 3)

  • Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido. (1º Carta a los Corintios 13, 12)

  • Miren las cosas cara a cara. Si alguien cree pertenecer a Cristo, piense lo siguiente: si él es de Cristo, lo soy también yo. (2º Carta a los Corintios 10, 7)

  • Les gusta que los traten como esclavos, que los exploten, les roben, los traten con desprecio y les golpeen en la cara. (2º Carta a los Corintios 11, 20)

  • Espero verte pronto y hablaremos cara a cara. (3º Carta de Juan 1, 14)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina