Encontrados 224 resultados para: Comer

  • Al otro día David lo invitó a comer y a beber con él, hasta que lo embriagó; pero por la tarde Urías no bajó a su casa, sino que durmió con los servidores del rey. (2 Samuel 11, 13)

  • Los ancianos de su corte iban a rogarle que se levan tara de ahí, pero él no les hacía caso y se negaba a comer con ellos. (2 Samuel 12, 17)

  • Yonadab le dijo: «Quédate en cama, y cuando tu padre vaya a visitarte, dile: Da permiso a mi hermana Tamar para que venga a darme de comer; que me pre pare algo aquí mismo, para que yo lo vea, y en seguida me lo sirva con sus propias manos.» (2 Samuel 13, 5)

  • David mandó decir a Tamar, que estaba en su departamento: «Anda a la casa de tu hermano Amnón, y prepárale algo de comer.» (2 Samuel 13, 7)

  • Cuando ella se acercó para darle de comer, él la tomó y le dijo: «Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.» (2 Samuel 13, 11)

  • Ven a mi casa a comer algo.» (1 Reyes 13, 15)

  • ni puedo comer pan ni beber agua en este lugar, ni puedo volver por el mismo camino que he llegado, pues así me lo ordenó Yavé.» (1 Reyes 13, 17)

  • Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cumbre del monte Carmelo, donde se postró con el rostro entre las rodillas. (1 Reyes 18, 42)

  • Se levantó, pues, para comer y beber, y con la fuerza que le dio aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al cerro de Dios, el Horeb. (1 Reyes 19, 8)

  • Ajab, pues, se fue a su casa triste y enojado por la respuesta de Nabot, que quería guardar la herencia de sus padres. Se acostó sin querer comer y con la cara hacia la pared. (1 Reyes 21, 4)

  • Un día que Eliseo pasaba por Sunem, una dama lo invitó a comer. Y después, siempre que viajaba a ese pueblo, iba a esa casa a comer. (2 Reyes 4, 8)

  • Luego sirvieron a la gente. Pero en cuanto probaron la sopa, gritaron: «Hombre de Dios, es puro veneno», y no pudieron comer más. (2 Reyes 4, 40)


“Caminhe com alegria e com o coração o mais sincero e aberto que puder. E quando não conseguir manter esta santa alegria, ao menos não perca nunca o valor e a confiança em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina