Encontrados 67 resultados para: Hebrón

  • Abram entonces levantó sus tiendas y fue a establecerse junto a los árboles de Mambré, en Hebrón. Allí edificó un altar a Yavé. (Génesis 13, 18)

  • en la ciudad de Kiriat-Arbe -o sea, Hebrón-, en el país de Canaán. Abrahán hizo duelo por ella y la lloró. (Génesis 23, 2)

  • Volvió Jacob a la casa de su padre Isaac, a Mambré, junto a Quiryat-Arbe, (es decir, Hebrón), donde Abraham e Isaac habían vivido como forasteros. (Génesis 35, 27)

  • Su padre le dijo: «Anda a ver como estáa el rebaño y cómo se encuentran tus hermanos, y ven después a contármelo.» Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquem. (Génesis 37, 14)

  • Hijos de Quehat: Amram y Jishar, Hebrón y Oziel. Quehat vivió ciento treinta y tres años. (Exodo 6, 18)

  • Los hijos de Quehat, por familias: Amram, Yishar, Hebrón y Uziel. (Números 3, 19)

  • Subieron por el Neguev y llegaron a Hebrón, donde se encontraban Ahimán, Chechai y Talmai, de la raza de los anaquim. Hebrón había sido fundada siete años antes que la ciudad de Tanis, en Egipto. (Números 13, 22)

  • En vista de esto, Adonisedec envió a decir a Oham, rey de Hebrón; a Faram, rey de Jerimot; a Jafia, rey de Laquis, y a Dabir, rey de Eglón: (Josué 10, 3)

  • Se juntaron, pues, y subieron los cinco reyes de los amorreos, el de Jerusalén, el de Hebrón, el de Jerimot, el de Laquis y el de Eglón, cada uno con sus tropas. Acamparon frente a Gabaón y la sitiaron. (Josué 10, 5)

  • Lo hicieron, llevando a los cinco reyes ante la presencia de Josué: el rey de Jerusalén, el de Hebrón, el de Laquis, el de Jerimot y el rey de Eglón. (Josué 10, 23)

  • De Eglón pasaron a Hebrón; la conquistó junto con todos los pueblos que dependían de ella, (Josué 10, 36)

  • La tomó, así como a todos los pueblos que dependían de ella. Pasó a cuchillo a su rey y habitantes, consagrándolos en anatema, sin perdonar a nadie. Dabir y su rey recibieron el mismo castigo que Hebrón y Libna. (Josué 10, 39)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina