Encontrados 1815 resultados para: Hijo

  • Y ¿qué dice la Escritura? Echa a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la esclava no puede compartir la herencia junto al hijo de la mujer libre. (Carta a los Gálatas 4, 30)

  • hasta que todos alcancemos la unidad en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a ser el Hombre perfecto, con esa madurez que no es menos que la plenitud de Cristo. (Carta a los Efesios 4, 13)

  • Pero Timoteo, como saben, ha dado pruebas, y como un hijo al lado de su padre, ha estado conmigo al servicio del Evangelio. (Carta a los Filipenses 2, 22)

  • Nací de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo e hijo de hebreos, y fui circuncidado a los ocho días. ¿Observaba yo la Ley? Por supuesto, pues era fariseo, (Carta a los Filipenses 3, 5)

  • El nos arrancó del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo amado. (Carta a los Colosenses 1, 13)

  • esperando que venga del cielo el que nos libera del juicio que se acerca: éste es Jesús, su Hijo, al que resucitó de entre los muertos. (1º Carta a los Tesalonicenses 1, 10)

  • A cada uno lo seguimos como un padre a su hijo; (1º Carta a los Tesalonicenses 2, 11)

  • a Timoteo, verdadero hijo mío en la fe. Recibe gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. (1º Carta a Timoteo 1, 2)

  • Al darte estas recomendaciones, Timoteo, hijo mío, pienso en las profecías que fueron pronunciadas sobre ti; que ellas te guíen en el buen combate que debes realizar. (1º Carta a Timoteo 1, 18)

  • a su querido hijo Timoteo. Vengan sobre ti de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor, la gracia, la misericordia y la paz. (2º Carta a Timoteo 1, 2)

  • En cuanto a ti, hijo, que tu fuerza sea la gracia que tienes en Cristo Jesús. (2º Carta a Timoteo 2, 1)

  • Te saludo, Tito, verdadero hijo mío en la fe que compartimos: recibe gracia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Salvador. (Carta a Tito 1, 4)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina