Encontrados 21 resultados para: Infierno
Bendice en todo momento al Señor Dios y pídele que tus caminos sean rectos y tus proyectos favorables, porque no todas las naciones tienen la verdadera sabiduría. Es el Señor el que da todos los bienes y, si quiere, humilla hasta lo profundo del infierno. Recuerda, hijo, todos estos mandatos y no permitas que se borren de tu corazón. (Tobías 4, 19)
Así irán a parar al infierno el mismo día los enemigos del orden de ayer y de hoy, y tendremos en adelante un régimen estable y tranquilo.» (Ester 13, 7)
Es más alta que los cielos, ¿qué harás? Más profunda que el infierno, ¿cómo la conocerás? (Job 11, 8)
¿Acaso bajarán conmigo al infierno y nos encontraremos juntos en el polvo?» (Job 17, 16)
El infierno y la muerte confiesan: No la conocemos más que de oídas. (Job 28, 22)
cuando la tierra se abrió a sus pies, sus huesos tapizaron la entrada del infierno. (Salmos 141, 7)
Guárdame en tu corazón como tu sello o tu joya, siempre fija a tu muñeca. porque es fuerte el amor como la muerte, y la pasión, tenaz como el infierno; sus flechas son dardos de fuego, como llama de Yavé. (Cantar 8, 6)
Porque él nos ha arrancado del infierno, nos ha salvado de manos de la muerte, nos ha librado del horno de ardientes llamas y nos ha sacado de en medio de ellas (Daniel 3, 89)
Aunque bajen hasta el infierno, de allí los sacará mi mano; si suben a los cielos, de allí los haré bajar. (Amós 9, 2)
Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno. (Evangelio según San Mateo 5, 22)
Por eso, si tu ojo derecho te está haciendo caer, sácatelo y tíralo lejos; porque más te conviene perder una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. (Evangelio según San Mateo 5, 29)
Y si tu mano derecha te lleva al pecado, córtala y aléjala de ti; porque es mejor que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. (Evangelio según San Mateo 5, 30)