Encontrados 56 resultados para: hacían

  • Lo pusieron en manos de los que hacían el trabajo, los encargados de la Casa de Yavé, y éstos se lo dieron a los obreros para restaurar y reparar la Casa. (2 Crónicas 34, 10)

  • Pero, cuando respiraban de nuevo, hacían el mal contra ti, y tú otra vez los dejabas en manos enemigas que los oprimían. Ellos de nuevo clamaban hacia ti, y tú escuchabas desde el cielo y por tu gran bondad los salvaste muchas veces. (Nehemías 9, 28)

  • eran: Mattanías, Baqbuquías y Abdías. Y Mesulam, Talmón y Aqbuq, porteros, hacían la guardia en los almacenes junto a las puertas. (Nehemías 12, 25)

  • En aquellos días encontré a hombres de Judá que trabajaban en el lagar el día sábado. Otros traían haces de trigo y los cargaban sobre sus burros. Igualmente cargaban vino, uvas, higos y toda clase de productos que hacían entrar en Jerusalén el día sábado. Yo los fui a reprender mientras vendían sus mercaderías. (Nehemías 13, 15)

  • Cuando él los masacraba, lo buscaban, se volvían y le hacían la corte; (Salmos 78, 34)

  • Las mujeres que, a pesar de haberse ordenado lo contrario, hacían a sus niños el rito de la circuncisión, eran muertas (1 Macabeos 1, 60)

  • los objetos preciosos que hacían su fama fueron llevados como botín, sus niños fueron asesinados en las plazas, y sus jóvenes pasados por la espada de los enemigos. (1 Macabeos 2, 9)

  • Matatías y sus amigos hacían expediciones: destruían los altares, (1 Macabeos 2, 45)

  • Estos perseguían y hacían investigaciones sobre todos los amigos y partidarios de Judas y los llevaban a Báquides, quien los castigaba y los humillaba de mil maneras. (1 Macabeos 9, 26)

  • En ese mismo momento le hacían eco los clamores confusos de sus enemigos, junto con los gritos lastimeros de los que lloraban a sus hijos. (Sabiduría 18, 10)

  • Las llamas no quemaban a los frágiles insectos que las atravesaban; ni hacían que se derritiera el maná, ese alimento divino que debió licuarse como la escarcha en un instante. (Sabiduría 19, 21)

  • De pie junto al brasero del altar, recibía de manos de los sacerdotes las carnes sacrificadas: sus hermanos formaban una corona a su alrededor como el follaje de los cedros del Líbano, o hacían un círculo en torno a él como troncos de palmeras. (Sirácides (Eclesiástico) 50, 12)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre todo o bem que ela ainda pode fazer”. São Padre Pio de Pietrelcina