Encontrados 24 resultados para: limpia

  • Lo harás de la siguiente manera: los rociarás con agua bendita; se rasurarán todo el cuerpo, se pondrán ropa limpia y así quedarán purificados. (Números 8, 7)

  • Los levitas fueron purificados y se pusieron ropa limpia, y Aarón los presentó ante Yavé como se presenta una ofrenda, y luego hizo la expiación por ellos para que fueran purificados. (Números 8, 21)

  • Porque Yavé, tu Dios, recorre el campamento para protegerte y entregar en tus manos al enemigo. Por eso tu campamento debe ser cosa limpia y sagrada, en que Yavé no vea nada indecente; de lo contrario se apartaría de ti. (Deuteronomio 23, 15)

  • Entonces se levantó del suelo, se bañó, se perfumó, se puso ropa limpia y se fue luego a la Casa de Yavé a orar. Al volver a su casa pidió alimento y comió. (2 Samuel 12, 20)

  • entonces levantarás tu frente limpia, te sentirás firme y sin temor. (Job 11, 15)

  • Que mi alma quede limpia de malicia, purifícame tú de mi pecado. (Salmos 51, 4)

  • Por eso, pues, conserva siempre limpia de profanación esta casa que acaba de ser purificada.» (2 Macabeos 14, 36)

  • Miren cómo Yavé limpia la tierra, la arrasa, trastorna su superficie, dispersa a sus habitantes: (Isaías 24, 1)

  • ¿Se muele el grano de trigo? No, pues no se le trilla indefinidamente, sino que después de pasarle el rodillo, se le limpia, pasándo las ruedas, pero sin partirlo. (Isaías 28, 28)

  • «Limpia tu corazón del mal, Jerusalén, para que puedas salvarte. ¿O acaso piensas seguir con tus perversos pensamientos?» (Jeremías 4, 14)

  • Y yo mismo pelearé contra ustedes a mano limpia y con la camisa arremangada, con rabia, con ira y con gran indignación. (Jeremías 21, 5)

  • Maldito el que ejecuta con flojera el trabajo que Yavé le ha encomendado. ¡Maldito el que tiene su espada limpia de sangre! (Jeremías 48, 10)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina