Encontrados 19 resultados para: protección

  • Ellos me asaltaban el día de mi desgracia, pero Yavé fue mi protección. (2 Samuel 22, 19)

  • y has tenido compasión de dos hijos únicos. Ten piedad de ellos y dales tu gracia y protección, que toda su vida tengan buena salud y gozo, y vivan en tu gracia.» (Tobías 8, 17)

  • Edna dijo a Tobías: «Hijo querido, ¡ojalá vuelvas para que yo vea a tus hijos antes de morir! Confío mi hija a tu protección. No le causes tristezas.» (Tobías 10, 13)

  • ¿No lo has rodeado de un cerco de protección a él, a su familia y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus rebaños hormiguean por el país. (Job 1, 10)

  • da el Señor protección al forastero, y reanima al huérfano y a la viuda, mas desvía el camino de los malvados. (Salmos 146, 9)

  • Y él, que había desterrado de la patria a muchos, murió en el destierro, pues fue hasta Lacedemonia buscando allí protección por razón del parentesco que esa gente tiene con nuestro pueblo. (2 Macabeos 5, 9)

  • Todo quedó concluido al amanecer por la protección eficaz de Dios. (2 Macabeos 13, 17)

  • La sabiduría es una protección como lo es el dinero; pero la ventaja del saber es que la sabiduría da la vida a los que la poseen. (Eclesiastés (Qohelet) 7, 12)

  • Los impíos pensaban someter bajo su poder a la nación santa: pero se encontraron cautivos, prisioneros de una larga noche, encerrados bajo sus propios techos, desterrados lejos de tu infalible protección. (Sabiduría 17, 2)

  • Deja a sus hijos bajo su protección y se tiende al abrigo de sus ramas; (Sirácides (Eclesiástico) 14, 26)

  • La mirada del Señor está puesta sobre los que lo aman, es una poderosa protección, un apoyo resistente, un refugio contra el viento ardiente y el sol del mediodía, un sostén contra las caídas, una ayuda en el momento de caer. (Sirácides (Eclesiástico) 34, 16)

  • Dejan sin protección a los pobres de mi país; roban a los pequeños de sus derechos, dejan sin nada a la viuda y despojan al huérfano! (Isaías 10, 2)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina