Encontrados 24 resultados para: ruedas

  • Desde allí dijo al hombre vestido de lino: "Pasa por debajo de las ruedas y toma entre tus manos carbones que dispersarás por la ciudad". El hombre fue allá, y yo lo observaba; (Ezequiel 10, 2)

  • Dio esta orden al hombre vestido de lino: "Saca fuego de entre medio de las ruedas y de los querubines". El hombre se aproximó y se puso al lado de la rueda. (Ezequiel 10, 6)

  • Vi cuatro ruedas colocadas al lado de los querubines (había una rueda al lado de cada querubín) y las ruedas resplandecían como piedras preciosas. (Ezequiel 10, 9)

  • Las cuatro ruedas tenían la misma forma: se podría decir que cada rueda estaba hecha de dos ruedas entrecruzadas. (Ezequiel 10, 10)

  • Las llantas de las cuatro ruedas estaban llenas de ojos por todo el derredor. (Ezequiel 10, 12)

  • Oí entonces que a esas ruedas les daban el nombre de "torbellino". (Ezequiel 10, 13)

  • Cuando los querubines avanzaban, las ruedas avanzaban con ellos; cuando los querubines desplegaban sus alas para elevarse desde la tierra, las ruedas no dejaban de acompañarlos. (Ezequiel 10, 16)

  • Cuando los querubines se detenían, las ruedas se detenían junto con ellos, porque el espíritu de estos seres estaba en ellas. (Ezequiel 10, 17)

  • Ante mi vista, los querubines abrieron sus alas para elevarse desde la tierra, y salieron acompañados por las ruedas; se detuvieron a la entrada de la puerta oriental del Templo de Yavé, con la Gloria del Dios de Israel que descansaba sobre ellos. (Ezequiel 10, 19)

  • En ese momento, los querubines desplegaron sus alas y las ruedas se fueron con ellos; la Gloria del Dios de Israel descansaba sobre ellos. (Ezequiel 11, 22)

  • Estaba observando y vi lo siguiente: Pusieron unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve; su pelo, albo como la lana blanqueada. Su trono era de llamas de fuego con ruedas de fuego ardiente. (Daniel 7, 9)

  • Chasquido de látigo, estrépito de ruedas, caballos que galopan, carros que saltan, (Nahún 3, 2)


“Reflita no que escreve, pois o Senhor vai lhe pedir contas disso.” São Padre Pio de Pietrelcina