Encontrados 21 resultados para: Amenaza

  • Te ruego que me libres de la amenaza de mi hermano Esaú, porque tengo miedo de que él venga y nos destruya, sin perdonar a nadie. (Génesis 32, 12)

  • Y el Señor fijó un plazo, diciendo: "Mañana cumpliré esta amenaza contra el país". (Exodo 9, 5)

  • pero otros no hicieron caso de esta amenaza y dejaron en el campo a sus esclavos y su ganado. (Exodo 9, 21)

  • Las columnas del cielo vacilan, presas de terror por su amenaza. (Job 26, 11)

  • Por tu amenaza, Dios de Jacob, quedaron inmóviles los carros de guerra y los caballos. (Salmos 76, 7)

  • Lo proveyeron de armas y víveres, y depositaron allí el botín que habían reunido en el saqueo de Jerusalén. Así se convirtieron en una permanente amenaza. (I Macabeos 1, 35)

  • Si una guerra amenaza primero a Roma, o a cualquiera de sus aliados, en cualquier parte de sus dominios, (I Macabeos 8, 24)

  • De la misma manera, si una guerra amenaza primero a la nación de los judíos, los romanos lucharán a su lado, con toda el alma según se lo exijan las circunstancias. (I Macabeos 8, 27)

  • Él los amenaza, y huyen bien lejos, empujados como paja por el viento de las montañas, como la flor del cardo por el vendaval. (Isaías 17, 13)

  • Ante la amenaza de uno solo, temblarán mil; ante la amenaza de cinco, ustedes huirán, hasta que sean dejados como un mástil en la cumbre de una montaña, como señal sobre una colina. (Isaías 30, 17)

  • ¿Por qué no había nadie cuando vine ni respondió nadie cuando llamé? ¿Será demasiado corta mi mano para rescatar? ¿No tengo fuerza para librar? Yo, con una amenaza, seco el mar y hago de los ríos un desierto; sus peces se pudren por falta de agua y se mueren de sed. (Isaías 50, 2)

  • Tus hijos sucumben, yacen tendidos a la entrada de todas las calles, como un antílope atrapado en la red, colmados de la ira del Señor, de la amenaza de tu Dios. (Isaías 51, 20)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina