Encontrados 14 resultados para: Guézer

  • Mientras tanto, Horám, rey de Guézer, subió en ayuda de Laquís; pero Josué lo derrotó, a él y a su ejército, hasta no dejar ningún sobreviviente. (Josué 10, 33)

  • el rey de Eglón y el rey de Guézer; (Josué 12, 12)

  • después bajaba al oeste, hacia el territorio de los iafletitas, hasta la región de Bet Jorón de Abajo y hasta Guézer, y terminaba en el mar. (Josué 16, 3)

  • Pero ellos no pudieron desposeer a los cananeos que habitaban en Guézer, y por eso siguen viviendo en medio de Efraím hasta el día de hoy, aunque tienen que pagar tributo. (Josué 16, 10)

  • A ellos les dieron Siquém, en la montaña de Efraím -la ciudad de refugio para los homicidas- con sus correspondientes campos de pastoreo, y también Guézer, (Josué 21, 21)

  • Efraím no pudo desposeer a los cananeos que habitaban en Guézer, de manera que estos continuaron viviendo en medio de él, en Guézer. (Jueces 1, 29)

  • David lo hizo tal como se lo había ordenado el Señor, y derrotó a los filisteos desde Gabaón hasta la entrada de Guezer. (II Samuel 5, 25)

  • Esta fue la manera como Salomón reclutó trabajadores para construir la Casa del Señor, su propia casa, el Terraplén, el muro de Jerusalén, Jasor, Meguido, Guézer, (I Reyes 9, 15)

  • En cuanto a Guézer, el Faraón, rey de Egipto, la había atacado y conquistado, la había incendiado y matado a todos los cananeos que vivían en la ciudad, y luego se la había entregado como dote a su hija, la esposa de Salomón. (I Reyes 9, 16)

  • Les fueron asignadas las siguientes ciudades de refugio: Siquém, en la montaña de Efraím, Guézer, (I Crónicas 6, 52)

  • Su posesión y sus lugares de residencia eran Betel y sus poblados adyacentes; al este, Naarán; al oeste, Guézer y sus poblados adyacentes; y además, Siquém con sus poblados adyacentes, hasta Aiá y sus poblados adyacentes. (I Crónicas 7, 28)

  • David hizo lo que el Señor le había ordenado y derrotó al ejército de los filisteos, desde Gabaón hasta Guézer. (I Crónicas 14, 16)


“Como Jesus, preparemo-nos a duas ascensões: uma ao Calvário e outra ao Céu. A ascensão ao Calvário, se não for alegre, deve ao menos ser resignada!” São Padre Pio de Pietrelcina