Encontrados 38 resultados para: Maldito

  • Y dijo al hombre: "Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. (Génesis 3, 17)

  • Por eso maldito seas lejos del suelo que abrió sus fauces para recibir la sangre de tu hermano derramada por ti. (Génesis 4, 11)

  • dijo: "¡Maldito sea Canaán! Él será para sus hermanos el último de los esclavos". (Génesis 9, 25)

  • Que los pueblos te sirvan y las naciones te rindan homenaje. Tú serás el señor de tus hermanos, y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga". (Génesis 27, 29)

  • Se agazapa, se recuesta, como un león, como una leona. ¿Quién lo hará levantar? ¡Bendito sea el que te bendiga, y maldito el que te maldiga!". (Números 24, 9)

  • Maldito sea el hombre que hace un ídolo tallado o de metal fundido -abominación para el Señor, obra de un artesano- y lo guarda en un lugar oculto. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 15)

  • Maldito sea el que menosprecia a su padre o a su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 16)

  • Maldito sea el que desplaza los límites de la propiedad de su vecino. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 17)

  • Maldito sea el que aparta a un ciego del camino. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 18)

  • Maldito sea el que conculca el derecho del extranjero, del huérfano o de la viuda. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 19)

  • Maldito sea el que se acuesta con la mujer de su padre, porque de esa manera descubre el borde de la manta de su padre. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 20)

  • Maldito sea el que se acuesta con un animal. Y todo el pueblo responderá: Amén. (Deuteronomio 27, 21)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina