Encontrados 129 resultados para: Partió

  • El rey, por su parte, tomó consigo la otra mitad del ejército y partió de Antioquía, capital de su reino, el año ciento cuarenta y siete. Después de atravesar el río Éufrates, recorrió las provincias de la meseta. (I Macabeos 3, 37)

  • Gorgias tomó cinco mil hombres y mil jinetes elegidos, y el ejército partió durante la noche (I Macabeos 4, 1)

  • Simón partió para Galilea y luego de librar muchos combates con los paganos, los derrotó, los obligó a huir (I Macabeos 5, 21)

  • Partió de allí por la noche y avanzó hasta la fortaleza. (I Macabeos 5, 29)

  • Luego partió en dirección al país de los filisteos y atravesó Marisá. (I Macabeos 5, 66)

  • Luego partió rápidamente y volvió a Antioquía, donde encontró a Filipo dueño ya de la ciudad: lo atacó y ocupó la ciudad por la fuerza. (I Macabeos 6, 63)

  • Después, Báquides partió de Jerusalén, acampó en Betzet y mandó apresar a muchos que se habían puesto de su parte y a algunos del pueblo; los degolló y los arrojó en la gran cisterna. (I Macabeos 7, 19)

  • Nicanor partió de Jerusalén y acampó en Betjorón, donde se le unió un contingente de Siria. (I Macabeos 7, 39)

  • y Báquides partió con un gran ejército. Mientras tanto, envió instrucciones secretas a todos sus aliados de Judea para que se apoderaran de Jonatán y de sus amigos, pero aquellos no pudieron hacerlo porque sus planes fueron descubiertos. (I Macabeos 9, 60)

  • Tolomeo partió de Egipto con su hija Cleopatra y llegó a Tolemaida, el año ciento sesenta y dos. (I Macabeos 10, 57)

  • Al enterarse de esto, Apolonio puso en pie de guerra tres mil jinetes y una numerosa infantería, y partió en dirección a Azoto, como si fuera de paso; pero al mismo tiempo se iba adentrando en la llanura, confiado en su numerosa caballería. (I Macabeos 10, 77)

  • Luego Jonatán partió de allí y acampó frente a Ascalón, cuyos habitantes salieron a recibirlo con grandes honores. (I Macabeos 10, 86)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina