Encontrados 26 resultados para: devoró

  • "¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!". (Génesis 37, 20)

  • Cada uno arrojó su bastón, y estos se transformaron en serpientes; pero el de Aarón devoró a todos los demás. (Exodo 7, 12)

  • Entonces salió de la presencia del Señor un fuego que los devoró, y ambos murieron delante del Señor. (Levítico 10, 2)

  • Una vez, el pueblo se quejó amargamente delante del Señor. Cuando el Señor los oyó, se llenó de indignación. El fuego del Señor se encendió contra ellos y devoró el extremo del campamento. (Números 11, 1)

  • Después de lo cual la tierra abrió sus fauces y los devoró junto con Coré, cuando murió aquel grupo y el fuego devoró a los doscientos cincuenta hombres, para que sirvieran de escarmiento. (Números 26, 10)

  • y la manera como trató a Datán y a Abirón, los hijos de Eliab, el rubenita, cuando la tierra abrió sus fauces y los devoró junto con sus familias, sus carpas, y todos sus secuaces, en medio de todo Israel. (Deuteronomio 11, 6)

  • Desde allí el combate se extendió a toda la región, y el bosque devoró aquel día más gente que la espada. (II Samuel 18, 8)

  • Elías respondió al oficial: "Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore, a ti y a tus cincuenta hombres". Y bajó fuego del cielo y lo devoró, a él y a sus cincuenta hombres. (II Reyes 1, 10)

  • Elías le respondió: "Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore, a ti y a tus cincuenta hombres". Y bajó fuego del cielo y lo devoró, a él y a sus cincuenta hombres. (II Reyes 1, 12)

  • Cuando Salomón terminó de orar, bajó fuego del cielo y devoró el holocausto y los sacrificios. La gloria del Señor llenó la Casa, (II Crónicas 7, 1)

  • "¿No ha sido aniquilada su fortuna y el fuego devoró hasta sus residuos?". (Job 22, 20)

  • el fuego devoró a sus jóvenes, y no hubo canto nupcial para sus vírgenes; (Salmos 78, 63)


“Que Jesus reine sempre soberano no seu coração e o faça cada vez mais digno de seus divinos dons.” São Padre Pio de Pietrelcina