Encontrados 141 resultados para: maldad

  • ¡Cualquier herida, menos la del corazón! ¡Cualquier maldad, menos la de una mujer! (Eclesiástico 25, 13)

  • La maldad de una mujer desfigura su semblante y vuelve su rostro huraño como un oso. (Eclesiástico 25, 17)

  • Toda maldad es pequeña comparada con la de la mujer: ¡que caiga sobre ella la suerte del pecador! (Eclesiástico 25, 19)

  • Así, muchos se niegan a prestar, no por maldad, sino por temor a ser despojados sin razón. (Eclesiástico 29, 7)

  • ¡Lávense, purifíquense, aparten de mi vista la maldad de sus acciones! ¡Cesen de hacer el mal, (Isaías 1, 16)

  • Porque la maldad quema como el fuego, devora cardos y espinas, arde en las espesuras del bosque, y el humo se alza en torbellinos. (Isaías 9, 17)

  • Yo castigaré al mundo por su maldad y a los malvados por su iniquidad. Pondré fin al orgullo de los arrogantes y humillaré la soberbia de los violentos. (Isaías 13, 11)

  • El que obra con justicia y habla con rectitud, el que rehúsa una ganancia extorsionada, el que sacude sus manos para no retener el soborno, el que tapa sus oídos a las propuestas sanguinarias, el que cierra los ojos para no ver la maldad: (Isaías 33, 15)

  • Tú te fiabas de tu maldad, pensando: "Nadie me ve". Tu sabiduría y tu ciencia te hicieron perder la cabeza, mientras decías en tu corazón: "¡Yo, y nadie más que yo!". (Isaías 47, 10)

  • El justo desaparece y a nadie le llama la atención; los hombres de bien son arrebatados, sin que nadie comprenda que el justo es arrebatado a consecuencia de la maldad. (Isaías 57, 1)

  • Con sus telas no se hará un vestido y nadie se cubrirá con lo que hacen. Sus obras son obras de maldad y en sus manos no hay más que violencia; (Isaías 59, 6)

  • ¡Que tu propia maldad te corrija y tus apostasías te sirvan de escarmiento! Reconoce, entonces, y mira qué cosa tan mala y amarga es abandonar al Señor, tu Dios, y dejar de temerme -oráculo del Señor de los ejércitos-. (Jeremías 2, 19)


“Reze, reze! Quem muito reza se salva e salva os outros. E qual oração pode ser mais bela e mais aceita a Nossa Senhora do que o Rosario?” São Padre Pio de Pietrelcina