Encontrados 82 resultados para: reina

  • Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Ustedes, las mujeres, con su boca han declarado esto, y con sus manos lo han llevado a cabo: ‘Cumpliremos nuestros votos de quemar incienso a la Reina de los cielos y derramarle libaciones’. Muy bien: ¡cumplan sus votos, hagan libaciones! (Jeremías 44, 25)

  • Estabas adornada de oro y de plata, tu vestido era de lino fino, de seda y de tela bordada; te alimentabas con la mejor harina, con miel y aceite. Llegaste a ser extraordinariamente hermosa y te convertiste en una reina. (Ezequiel 16, 13)

  • La reina, enterada de las palabras del rey y de sus dignatarios, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: "¡Viva el rey eternamente! Que tus pensamientos no te llenen de espanto y no cambies de color. (Daniel 5, 10)

  • El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón. (Mateo 12, 42)

  • El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. (Lucas 11, 31)

  • Él se levantó y partió. Un eunuco etíope, ministro del tesoro y alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, había ido en peregrinación a Jerusalén (Hechos 8, 27)

  • Aunque ausente con el cuerpo, estoy presente en espíritu, y me alegro al ver el orden que reina entre ustedes y la firmeza de la fe que tienen en Cristo. (Colosenses 2, 5)

  • Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de los malos deseos. (II Pedro 1, 4)

  • Y la mujer que has visto es la gran Ciudad, la que reina sobre los reyes de la tierra». (Apocalipsis 17, 18)

  • Provóquenle tormentos y dolor en la medida de su fastuosidad y de su lujo. Porque ella se jacta, diciendo: Estoy sentada como una reina, no soy viuda y jamás conoceré el duelo. (Apocalipsis 18, 7)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina