Encontrados 893 resultados para: Ciudad

  • «¡Ay, ay, la Gran Ciudad, vestida de lino, púrpura y escarlata, resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas, (Apocalipsis 18, 16)

  • y gritaban al ver la humareda de sus llamas: «¿Quién como la Gran Ciudad?» (Apocalipsis 18, 18)

  • Y echando polvo sobre sus cabezas, gritaban llorando y lamentándose: «¡Ay, ay, la Gran Ciudad, con cuya opulencia se enriquecieron cuantos tenían las naves en el mar; que en una hora ha sido asolada!» (Apocalipsis 18, 19)

  • Un Angel poderoso alzó entonces una piedra, como una gran rueda de molino, y la arrojó al mar diciendo: «Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la Gran Ciudad, y no aparecerá ya más...» (Apocalipsis 18, 21)

  • Subieron por toda la anchura de la tierra y cercaron el campamento de los santos y de la Ciudad amada. Pero bajó fuego del cielo y los devoró. (Apocalipsis 20, 9)

  • Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. (Apocalipsis 21, 2)

  • Me trasladó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, (Apocalipsis 21, 10)

  • La muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero. (Apocalipsis 21, 14)

  • El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muralla. (Apocalipsis 21, 15)

  • La ciudad es un cuadrado: su largura es igual a su anchura. Midió la ciudad con la caña, y tenía 12.000 estadios. Su largura, anchura y altura son iguales. (Apocalipsis 21, 16)

  • El material de esta muralla es jaspe y la ciudad es de oro puro semejante al vidrio puro. (Apocalipsis 21, 18)

  • Los asientos de la muralla de la ciudad están adornados de toda clase de piedras preciosas: el primer asiento es de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de calcedonia, el cuarto de esmeralda, (Apocalipsis 21, 19)


“Apóie-se, como faz Nossa Senhora, à cruz de Jesus e nunca lhe faltará conforto”. São Padre Pio de Pietrelcina