Encontrados 290 resultados para: Monte

  • Partieron de Refidim, y al llegar al desierto de Sinaí acamparon en el desierto. Allí acampó Israel frente al monte. (Exodo 19, 2)

  • Moisés subió hacia Dios. Yahveh le llamó desde el monte, y le dijo: «Así dirás a la casa de Jacob y esto anunciarás a los hijos de Israel: (Exodo 19, 3)

  • y estén preparados para el tercer día; porque al día tercero descenderá Yahveh a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí. (Exodo 19, 11)

  • Deslinda el contorno de la montaña, y di: Guardaos de subir al monte y aun de tocar su falda. Todo aquel que toque el monte morirá. (Exodo 19, 12)

  • Pero nadie pondrá la mano sobre el culpable, sino que será lapidado o asaeteado; sea hombre o bestia, no quedará con vida. Cuando resuene el cuerno, subirán ellos al monte.» (Exodo 19, 13)

  • Bajó, pues, Moisés del monte, adonde estaba el pueblo, y ellos lavaron sus vestidos. (Exodo 19, 14)

  • Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. (Exodo 19, 16)

  • Entonces Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie del monte. (Exodo 19, 17)

  • Todo el monte Sinaí humeaba, porque Yahveh había descendido sobre él en el fuego. Subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. (Exodo 19, 18)

  • Yahveh bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte; llamó Yahveh a Moisés a la cima de la montaña y Moisés subió. (Exodo 19, 20)

  • Moisés respondió a Yahveh: «El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos lo has prohibido, diciendo: Señala un límite alrededor del monte y decláralo sagrado.» (Exodo 19, 23)

  • Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte humeante, y temblando de miedo se mantenía a distancia. (Exodo 20, 18)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina