Encontrados 18 resultados para: Sacaste

  • Entonces habló Yahveh a Moisés, y dijo: «¡Anda, baja! Porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado. (Exodo 32, 7)

  • Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: "¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte? (Exodo 32, 11)

  • Dijo Yahveh a Moisés: «Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de Egipto, a la tierra que yo prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: "A tu posteridad se la daré." (Exodo 33, 1)

  • Moisés respondió a Yahveh: «Pero los egipcios saben muy bien que, con tu poder, sacaste a este pueblo de en medio de ellos. (Números 14, 13)

  • me dijo Yahveh: «Levántate, baja de aquí a toda prisa, porque tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto, se ha pervertido. Bien pronto se han apartado del camino que yo les había prescrito: se han hecho un ídolo de fundición.» (Deuteronomio 9, 12)

  • Supliqué a Yahveh y dije: «Señor Yahveh, no destruyas a tu pueblo, tu heredad, que tú rescataste con tu grandeza y que sacaste de Egipto con mano fuerte. (Deuteronomio 9, 26)

  • para que no se diga en el país de donde nos sacaste: "Porque Yahveh no ha podido llevarlos a la tierra que les había prometido, y por el odio que les tiene, los ha sacado para hacerlos morir en el desierto." (Deuteronomio 9, 28)

  • Pero ellos son tu pueblo, tu heredad, aquellos a quienes tú sacaste con tu gran fuerza y tu tenso brazo.» (Deuteronomio 9, 29)

  • porque son tu pueblo y tu heredad, los que sacaste de Egipto, de en medio del crisol del hierro. (I Reyes 8, 51)

  • Porque tú los separaste para ti como herencia tuya de entre todos los pueblos de la tierra, como dijiste por boca de Moisés tu siervo cuando sacaste a nuestros padres de Egiptko, Señor Yahveh.» (I Reyes 8, 53)

  • Tú, Yahveh, eres el Dios que elegiste a Abram, le sacaste de Ur de Caldea y le diste el nombre de Abraham. (Nehemías 9, 7)

  • ¿Para qué me sacaste del seno? Habría muerto sin que me viera ningún ojo; (Job 10, 18)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina