Encontrados 42 resultados para: Tribulación

  • Luego, levantémonos y subamos a Betel, y haré allí un altar al Dios que me dio respuesta favorable el día de mi tribulación, y que me asitió en mi viaje.» (Génesis 35, 3)

  • Y he decidido sacaros de la tribulación de Egipto al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, perizitas, jivitas y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel." (Exodo 3, 17)

  • Día de tinieblas y oscuridad, tribulación y angustia, ruina y gran turbación sobre la tierra. (Ester 11, 8)

  • ¿No es acaso desgracia para el inicuo, tribulación para los malhechores? (Job 31, 3)

  • Me decía a mí mismo: ¿Por qué he llegado a este extremo de aflicción y me encuentro en tan gran tribulación, siendo así que he sido bueno y amado en mi gobierno? (I Macabeos 6, 11)

  • Tribulación tan grande no sufrió Israel desde los tiempos en que dejaron de aparecer profetas. (I Macabeos 9, 27)

  • Ya el año 169, en el reinado de Demetrio, nosotros, los judíos, os escribimos así: «En lo más grave de la tribulación que ha caído sobre nosotros en estos años, desde que Jasón y sus partidarios traicionaron la tierra santa y el reino, (II Macabeos 1, 7)

  • cuando llegue, como huracán, vuestro espanto, vuestra desgracia sobrevenga como torbellino, cuando os alcancen la angustia y la tribulación. (Proverbios 1, 27)

  • Que el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en la hora de la tribulación. (Eclesiástico 2, 11)

  • El día de tu tribulación se acordará El de ti; como hielo en buen tiempo, se disolverán tus pecados. (Eclesiástico 3, 15)

  • Gana la confianza de tu prójimo en la pobreza, para que, en su prosperidad, con él te satisfagas; en tiempo de tribulación permanece con él, para que cuando herede con él lo compartas. (Eclesiástico 22, 23)

  • Grata es la misericordia en tiempo de tribulación, como nubes de lluvia en tiempo de sequía. (Eclesiástico 35, 24)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina