Encontrados 40 resultados para: Tributo

  • No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus piernas. hasta tanto que se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones; (Génesis 49, 10)

  • Todos los comprendidos en el censo, de veinte años en adelante, pagarán el tributo reservado a Yahveh. (Exodo 30, 14)

  • El rico no dará más, ni el pobre menos del medio siclo, al pagar el tributo a Yahveh como rescate de vuestras vidas. (Exodo 30, 15)

  • Si ella te responde con la paz y te abre sus puertas, todo el pueblo que se encuentre en ella te deberá tributo y te servirá. (Deuteronomio 20, 11)

  • Sin embargo, cuando Israel cobró más fuerza, sometió a los cananeos a tributo, aunque no llegó a expulsarlos. (Jueces 1, 28)

  • Zabulón no expulsó a los habitantes de Quitrón, ni a los de Nahalol. Los cananeos se quedaron en medio de Zabulón, pero fueron sometidos a tributo. (Jueces 1, 30)

  • Los amorreos se mantuvieron en Har Jéres, en Ayyalón y en Saalbim, pero luego pesó sobre ellos la mano de la casa de José y fueron reducidos a tributo. (Jueces 1, 35)

  • Entonces los israelitas clamaron a Yahveh y Yahveh les suscitó un libertador: Ehúd, hijo de Guerá, benjaminita, que era zurdo. Los israelitas le encargaron de llevar el tributo a Eglón, rey de Moab. (Jueces 3, 15)

  • y presentó el tributo a Eglón, rey de Moab. Eglón era un hombre muy obeso. (Jueces 3, 17)

  • En cuanto terminó de presentar el tributo, Ehúd mandó marchar a la gente que había llevado el tributo; (Jueces 3, 18)

  • Los hombres de Israel decían: «¿Habéis visto a este hombre que sube? Sube a provocar a Israel. A quien lo mate colmará el rey de grandes riquezas y le dará su hija y librará de tributo la casa de su padre en Israel.» (I Samuel 17, 25)

  • Batió también a los moabitas y los midió con la cuerda, haciendo que se echaran en tierra; midió dos cuerdas y los condenó a muerte, y una cuerda llena la dejó con vida. Los moabitas quedaron sometidos a David, pagando tributo. (II Samuel 8, 2)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina