Encontrados 32 resultados para: diezmo

  • y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!» Y diole Abram el diezmo de todo. (Génesis 14, 20)

  • y esta piedra que he erigido como estela será Casa de Dios; y de todo lo que me dieres, te pagaré el diezmo.» (Génesis 28, 22)

  • El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es de Yahveh; es cosa sagrada de Yahveh. (Levítico 27, 30)

  • Si alguno quiere rescatar parte de su diezmo, añadirá la quinta parte de su valor. (Levítico 27, 31)

  • Todo diezmo de ganado mayor o menor, es decir, cada décima cabeza que pasa bajo el cayado, será cosa sagrada de Yahveh. (Levítico 27, 32)

  • «Hablarás a los levitas y les dirás: Cuando percibáis de los israelitas el diezmo que yo tomo de ellos y os doy en herencia, reservaréis de él la reserva de Yahveh: el diezmo del diezmo. (Números 18, 26)

  • No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu mosto o de tu aceite, ni los primogénitos de tu ganado mayor o menor, ninguna de tus ofrendas votivas o de tus ofrendas voluntarias, ni las ofrendas reservadas de tus manos. (Deuteronomio 12, 17)

  • Cada año deberás apartar el diezmo de todo lo que tus sementeras hayan producido en tus campos, (Deuteronomio 14, 22)

  • y, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar que él haya elegido para morada de su nombre, comerás el diezmo de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, así como los primogénitos de tu ganado mayor y menor; a fin de que aprendas a temer siempre a Yahveh tu Dios. (Deuteronomio 14, 23)

  • El tercer año, el año del diezmo, cuando hayas acabado de apartar el diezmo de toda tu cosecha y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para que coman de ello en tus ciudades hasta saciarse, (Deuteronomio 26, 12)

  • Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores. (I Samuel 8, 15)

  • Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros mismos seréis sus esclavos. (I Samuel 8, 17)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina