Encontrados 1912 resultados para: hijos

  • Abraham accedió y pesó a Efrón la plata que éste había pedido a oídas de los hijos de Het: cuatrocientos siclos de plata corriente de mercader. (Génesis 23, 16)

  • propiedad de Abraham, a la vista de los hijos de Het, y todos los que entraban por la puerta de la ciudad. (Génesis 23, 18)

  • Así aquel campo y la cueva que hay en él llegaron a ser de Abraham como propiedad sepulcral, recibida de los hijos de Het. (Génesis 23, 20)

  • - Yoqsán engendró a Seba y a Dedán. Hijos de Dedán fueron los asuritas, los letusíes y los leumies. - (Génesis 25, 3)

  • Hijos de Madián: Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos éstos, hijos de Queturá. (Génesis 25, 4)

  • A los hijos de las concubinas que tenía Abraham les hizo donaciones y, viviendo aún él, los separó de Isaac, enviándoles hacia levante, al país de Oriente. (Génesis 25, 6)

  • Sus hijos Isaac e Ismael le sepultaron en la cueva de la Makpelá, al borde de la finca de Efrón, hijo de Sójar, el hitita, enfrente de Mambré. (Génesis 25, 9)

  • En la finca que Abraham había comprado a los hijos de Het, allí fue sepultado Abraham con su mujer Sara. (Génesis 25, 10)

  • y estos son los nombres de los hijos de Ismael, por orden de nacimiento: El primogénito de Ismael, Nebayot; después, Quedar, Adbeel, Mibsam, (Génesis 25, 13)

  • Estos son los hijos de Ismael, y éstos sus nombres según sus poblados y sus aduares: doce caudillos de otros tantos pueblos. (Génesis 25, 16)

  • Pero los hijos se entrechocaban en su seno. Ella se dijo: «Siendo así, ¿para qué vivir?» Y fue a consultar a Yahveh. (Génesis 25, 22)

  • Sírvante pueblos, adórente naciones, sé señor de tus hermanos y adórente los hijos de tu madre. ¡Quien te maldijere, maldito sea, y quien te bendijere, sea bendito!» (Génesis 27, 29)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina