Encontrados 953 resultados para: David

  • tuvo más miedo a David y fue su enemigo durante toda su vida. (I Samuel 18, 29)

  • Los jefes de los filisteos hacían incursiones, y en todas ellas David obtenía mayor éxito que todos los demás servidores de Saúl. Y así su nombre se hizo muy famoso. (I Samuel 18, 30)

  • Saúl comunicó a su hijo Jonatán y a todos sus siervos su intención de hacer morir a David. Entonces Jonatán, que quería mucho a David, (I Samuel 19, 1)

  • Jonatán habló bien de David a su padre Saúl. Y añadió: "No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha cometido falta alguna contra ti; al contrario, sus acciones te han sido sumamente útiles. (I Samuel 19, 4)

  • Él expuso su propia vida, mató al filisteo y el Señor dio una gran victoria a todo Israel. Lo viste tú mismo y te alegraste. ¿Por qué quieres hacerte reo de sangre inocente, matando a David sin razón?". (I Samuel 19, 5)

  • Jonatán llamó a David y le refirió todo esto. Después le llevó ante Saúl, y David estuvo a su servicio como antes. (I Samuel 19, 7)

  • Cuando comenzó de nuevo la guerra, David salió a campaña contra los filisteos; les infligió una gran derrota y se dieron a la fuga. (I Samuel 19, 8)

  • Pero un espíritu maligno enviado por el Señor se apoderó de Saúl. Estaba sentado en su casa y tenía la lanza en su mano. David tocaba el arpa. (I Samuel 19, 9)

  • Saúl intentó clavar a David en la pared con la lanza; pero David esquivó el golpe y la lanza se clavó en la pared. David huyó y se puso a salvo. (I Samuel 19, 10)

  • Aquella misma noche Saúl mandó mensajeros a casa de David para montar vigilancia y matarlo por la mañana. Pero Mical, la mujer de David, le avisó: "Si no te pones a salvo esta misma noche, mañana te matarán". (I Samuel 19, 11)

  • Mical descolgó a David por la ventana. Él salió huyendo y se puso a salvo. (I Samuel 19, 12)

  • Cuando Saúl envió mensajeros para apoderarse de David, ella dijo: "Está enfermo". (I Samuel 19, 14)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina