Encontrados 127 resultados para: Esperanza

  • Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por mandato de Dios, nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza, (I Timoteo 1, 1)

  • Por esto nos esforzamos y luchamos, porque tenemos puesta nuestra esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, sobre todo de los creyentes. (I Timoteo 4, 10)

  • La verdaderamente viuda y desamparada tiene puesta su esperanza en Dios y persevera día y noche en las plegarias y en las oraciones. (I Timoteo 5, 5)

  • A los ricos de este mundo recomiéndales que no sean orgullosos y que no pongan su esperanza en las riquezas caducas, sino en Dios, que nos provee abundantemente de todas las cosas para que disfrutemos de ellas; (I Timoteo 6, 17)

  • basada en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no puede mentir, prometió esa vida desde la eternidad; (Tito 1, 2)

  • Cristo, por el contrario, lo ha sido en calidad de Hijo, al frente de su casa. Y su casa somos nosotros, con tal que permanezcamos inquebrantables hasta el fin, confesando valientemente nuestra fe y confiados en la esperanza que tenemos. (Hebreos 3, 6)

  • Deseamos solamente que cada uno de vosotros demuestre el mismo empeño por guardar intacta hasta el fin vuestra esperanza, (Hebreos 6, 11)

  • para que por estas dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos mayor ánimo los que nos refugiamos en la adhesión firme de la esperanza a la que estamos destinados; (Hebreos 6, 18)

  • esta esperanza es para nosotros como un áncora segura y firme, que penetra más allá de la cortina del santuario, (Hebreos 6, 19)

  • porque la ley no llevó cosa alguna a la perfección; y en su lugar entra una esperanza mejor, por lo cual nos acercamos a Dios. (Hebreos 7, 19)

  • Así pues, hermanos, puesto que tenemos la gozosa esperanza de entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, (Hebreos 10, 19)

  • Mantengamos firmemente la esperanza que profesamos, pues el que ha prometido es fiel; (Hebreos 10, 23)


“Deus ama quem segue o caminho da virtude.” São Padre Pio de Pietrelcina