Encontrados 174 resultados para: Llevó

  • El rey ordenó al sumo sacerdote Jelcías, al sacerdote segundo y a los guardianes de la puerta sacar fuera del templo del Señor todos los utensilios del culto de Baal, de Aserá y de los astros del cielo; los quemó a las afueras de Jerusalén en los campos del Cedrón y llevó sus cenizas a Betel. (II Reyes 23, 4)

  • Y el Faraón Necó nombró rey a Eliaquín, hijo de Josías, en lugar de su padre Josías, y le cambió el nombre en Joaquín; a Joacaz, lo llevó a Egipto, donde murió. (II Reyes 23, 34)

  • Llevó cautivos a Babilonia a Jeconías y a la madre del rey, a sus mujeres, a sus eunucos y a los nobles del país. (II Reyes 24, 15)

  • Se llevó también a todos los ricos, unos siete mil, y a los herreros y cerrajeros, unos mil, todos ellos hombres aptos para la guerra. (II Reyes 24, 16)

  • Degolló a sus hijos en su presencia, y a él le sacó los ojos y lo llevó encadenado a Babilonia. (II Reyes 25, 7)

  • Naamán, Ajías y Guerá. Éste fue quien los llevó al destierro; engendró a Uzá y Ajijud. (I Crónicas 8, 7)

  • Y David no llevó el arca a su casa, a la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obededón, de Gat. (I Crónicas 13, 13)

  • David se apoderó de los escudos de oro que llevaba la guardia de Hadadézer y los llevó a Jerusalén. (I Crónicas 18, 7)

  • Se llevó cautivos a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, picos y hachas. Lo mismo hizo con todas las ciudades amonitas. David y todo su ejército volvieron a Jerusalén. (I Crónicas 20, 3)

  • Salomón, hijo de David, se afirmó sobre su trono. El Señor, su Dios, estaba con él y lo llevó a la cumbre de la grandeza. (II Crónicas 1, 1)

  • Así se llevó a cabo toda la obra de Salomón, desde el día que se pusieron los cimientos del templo del Señor hasta su terminación. (II Crónicas 8, 16)

  • Sesac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén y se apoderó de los tesoros del templo del Señor y del palacio real; todo se lo llevó, incluso los escudos de oro que había hecho el rey Salomón. (II Crónicas 12, 9)


“A meditação não é um meio para chegar a Deus, mas um fim. A finalidade da meditação é o amor a Deus e ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina