Encontrados 36 resultados para: dolores

  • Su nuera, la mujer de Fineés, estaba encinta y a punto de dar a luz. Cuando oyó la noticia referente al arca de Dios, la muerte de su suegro y de su marido, se acostó y dio a luz, pues le asaltaron los dolores. (I Samuel 4, 19)

  • ¡Ay! Preferiría mi alma el estrangulamiento, la muerte a estos dolores. (Job 7, 15)

  • me invade el terror de todos mis dolores, pues sé que tú no me declaras inocente. (Job 9, 28)

  • Pero el Señor, Dios de Israel, que lo ve todo, lo hirió con una llaga incurable e invisible. Pues no había terminado de hablar cuando sintió dentro de sí un insoportable dolor de entrañas, acompañado de agudos dolores en los intestinos. (II Macabeos 9, 5)

  • Manaban gusanos del cuerpo de aquel criminal, y sus carnes, vivas aún, se caían a pedazos entre desgarramientos y dolores, apestando con su hedor a todo el ejército. (II Macabeos 9, 9)

  • Solamente entonces, torturado por aquellas llagas, comenzó a menguar en su extraordinaria soberbia y a darse cuenta de que aquel estado era un castigo de Dios, viendo que sus dolores aumentaban por momentos. (II Macabeos 9, 11)

  • Más aún; como ni así disminuían sus dolores, porque había venido sobre él el justo juicio de Dios, desesperado de su salud, escribió a los judíos esta carta en forma de súplica: (II Macabeos 9, 18)

  • Un corazón obstinado se ve cargado de dolores, el pecador acumula pecado sobre pecado. (Eclesiástico 3, 27)

  • Honra a tu padre con todo tu corazón, y no olvides los dolores de tu madre. (Eclesiástico 7, 27)

  • Un corazón perverso ocasiona dolores, pero el hombre muy experimentado le da su merecido. (Eclesiástico 36, 20)

  • Entonces temblaron sus manos y sus corazones y sintieron dolores de parturienta. (Eclesiástico 48, 19)

  • Están espantados; dolores y espasmos les asaltan, y se retuercen como mujer en parto; unos a otros se miran aterrados, sus rostros son una llama. (Isaías 13, 8)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina