Encontrados 17 resultados para: examinará

  • El sacerdote examinará la llaga de la piel: si los pelos de la parte afectada se han vuelto blancos y la llaga es más profunda que el resto de la piel, es llaga de lepra. Una vez examinado, el sacerdote lo declarará impuro. (Levítico 13, 3)

  • El séptimo día lo examinará: si constata que la llaga sigue en su estado sin extenderse en la piel, lo tendrá aislado siete días más. (Levítico 13, 5)

  • lo examinará, y, una vez que haya constatado el crecimiento de la pústula, lo declarará impuro, pues se trata de lepra. (Levítico 13, 8)

  • El sacerdote lo examinará: si hay una inflamación blanca, el pelo se ha vuelto blanco y se ve la carne viva en la inflamación, (Levítico 13, 10)

  • éste examinará al enfermo, y si ve que la lepra cubre todo su cuerpo, lo declarará puro, pues, una vez que se ha vuelto todo blanco, es puro. (Levítico 13, 13)

  • El sacerdote examinará la llaga y lo declarará impuro, pues la llaga es cosa impura: es lepra. (Levítico 13, 15)

  • Éste lo examinará y, si se ha vuelto blanca, lo declarará puro, porque lo es". (Levítico 13, 17)

  • El sacerdote lo examinará: si la mancha está más hundida que la piel y el pelo se ha vuelto blanco, lo declarará impuro: es lepra que brota en la úlcera cicatrizada. (Levítico 13, 20)

  • el sacerdote la examinará; si ve el pelo blanco y la piel hundida, es lepra que brota en la quemadura. El sacerdote lo declarará impuro, pues es lepra. (Levítico 13, 25)

  • y al séptimo día lo examinará; si la mancha se ha extendido por la piel, lo declarará impuro, pues es lepra. (Levítico 13, 27)

  • el sacerdote examinará la llaga; si la llaga está más hundida que la piel y el pelo se ha vuelto amarillento y ralo, declarará impuro al enfermo: es tiña, la lepra de la cabeza y de la barba. (Levítico 13, 30)

  • y al séptimo día examinará la llaga; si la tiña no se ha extendido, el pelo no se ha vuelto amarillento y la piel no se ha hundido, (Levítico 13, 32)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina