Encontrados 2182 resultados para: mar

  • Después de ellas brotaron otras siete espigas marchitas, raquíticas y quemadas por el viento del este. (Génesis 41, 23)

  • Y almacenó trigo como la arena del mar, en tal cantidad que se desistió de contarlo, porque sobrepasaba toda medida. (Génesis 41, 49)

  • Ellos cargaron el trigo sobre sus asnos y se marcharon. (Génesis 42, 26)

  • Tomaron los regalos, doble cantidad de dinero y a Benjamín, y se pusieron en camino. Llegaron a Egipto y se presentaron a José. (Génesis 43, 15)

  • Ellos, al ver que los llevaban a casa de José, se llenaron de miedo y se decían: "Nos han traído aquí por lo del dinero que nos fue devuelto en nuestros sacos. Nos han traído aquí con nuestros asnos para acusarnos, torturarnos y tomarnos como esclavos". (Génesis 43, 18)

  • Él dijo: "Bien, sea como decís: aquel en cuyo poder encuentre la copa será mi esclavo, pero todos los demás podréis marchar". (Génesis 44, 10)

  • Cuando se acercaba ya para Jacob el día de su muerte, mandó llamar a su hijo José y le dijo: "Si he hallado gracia a tus ojos, pon tu mano debajo de mi muslo en señal de juramento, y prométeme que serás bueno y fiel conmigo; no me entierres en Egipto. (Génesis 47, 29)

  • Zabulón habitará a lo largo del mar, en los puertos donde atracan las naves con su flanco vuelto hacia Sidón. (Génesis 49, 13)

  • Luego mandó a los médicos que estaban a sus órdenes que embalsamaran a su padre. (Génesis 50, 2)

  • Emplearon en ello cuarenta días, porque ése era el tiempo requerido para embalsamar. Los egipcios lo lloraron por espacio de setenta días. (Génesis 50, 3)

  • José murió a los ciento diez años, lo embalsamaron y lo pusieron en un sarcófago en Egipto. (Génesis 50, 26)

  • y amargando su vida con trabajos forzados: en la fabricación de mortero y ladrillos y en las diversas faenas del campo, trabajos a los que los sometían con dureza. (Exodo 1, 14)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina