Gefunden 21 Ergebnisse für: Semeí

  • Hijos de Guersón: Lobni y Semeí con sus descendientes. (Exodo 6, 17)

  • Estos son los nombres de los hijos de Guersón, por familias: Libní y Semeí. (Números 3, 18)

  • Al llegar a Bajurim, salió a su paso, insultándolo, un hombre de la familia de Saúl, llamado Semeí. (2 Samuel 16, 5)

  • David y su gente siguieron su camino, mientras Semeí, desde el otro lado de la quebrada, continuaba maldiciéndolo, tirando piedras y levantando polvo. (2 Samuel 16, 13)

  • Semeí, hijo de Guera, de la tribu de Benjamín, que era de Bajurim, bajó apresuradamente con los hombres de la tribu de Judá al encuentro del rey David. (2 Samuel 19, 17)

  • En cuanto a Semeí, hijo de Guera, se presentó al rey cuando hubo pasado el Jordán y le dijo: «Que mi señor el rey perdone y olvide la falta que cometí yo, su siervo, el día en que salía de Jerusalén; que no le dé importancia, (2 Samuel 19, 20)

  • Entonces intervino Abisaí, hijo de Sarvia, diciendo: «¿Acaso Semeí no merece la muerte por haber maldecido al ungido de Yavé?» (2 Samuel 19, 22)

  • ¿Acaso no me doy cuenta que hoy vuelvo a ser rey de Israel?» Y dijo a Semeí: «No morirás.» Y el rey se lo juró. (2 Samuel 19, 24)

  • En cambio, el sacerdote Sadoc, Banaías, hijo de Yoyada, el profeta Natán, Semeí, Reí y los valientes de la guardia de David no estaban con Adonías. (1 Reyes 1, 8)

  • Por último, no te olvides de Semeí, el benjaminita de Bajurim. El me lanzó toda suerte de maldiciones cuando yo salía rumbo a Majanaim. Cierto que, después, salió a recibirme cuando yo llegaba al Jordán y que por eso le juré por Yavé que no le quitaría la vida; (1 Reyes 2, 8)

  • Salomón mandó llamar a Semeí y le dijo: «Hazte una casa en Jerusalén; ahí te quedarás y no saldrás por ningún motivo. (1 Reyes 2, 36)

  • Semeí contestó al rey: «Está muy bien lo que tú dices, así lo hará tu siervo, como tú lo mandas.» Semeí se quedó un buen tiempo en Jerusalén. (1 Reyes 2, 38)


“Enquanto tiver medo de ser infiel a Deus, você não será’. Deve-se ter medo quando o medo acaba!” São Padre Pio de Pietrelcina