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  • si mi pueblo, el que es llamado con mi Nombre, se humilla y suplica, si busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, yo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y haré que su país se restablezca. (II Crónicas 7, 14)

  • Su vigor se convierte en hambre y la ruina permanece a su lado; (Job 18, 12)

  • Hace hervir las aguas profundas como una olla, convierte el mar en un pebetero. (Job 41, 23)

  • el que convierte las rocas en estanques, y los peñascos en manantiales. (Salmos 114, 8)

  • Como sal sobre la tierra, él derrama la escarcha y, al congelarse, ella se convierte en espinas punzantes. (Eclesiástico 43, 19)

  • Porque antes de la cosecha, acabada la floración, cuando la flor se convierte en un racimo que madura, se cortan los pámpanos con la podadora, se arrancan y se quitan los sarmientos. (Isaías 18, 5)

  • pero si la nación de la que hablé se convierte de su maldad, entonces me arrepiento del mal que había pensado infligirle. (Jeremías 18, 8)

  • Pero entre los profetas de Jerusalén, he visto cosas horribles: son adúlteros, viven en la mentira, tienden la mano a los malhechores, ¡y así nadie se convierte de su maldad! Todos ellos son para mí como Sodoma y los habitantes de la ciudad, como Gomorra. (Jeremías 23, 14)

  • Si tú, en cambio, adviertes al malvado y él no se convierte de su maldad y de su mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida. (Ezequiel 3, 19)

  • Si yo suelto las bestias feroces contra ese país para dejarlo despoblado, y él se convierte en un desierto intransitable, a causa de las fieras; (Ezequiel 14, 15)

  • Pero si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, seguramente vivirá, y no morirá. (Ezequiel 18, 21)

  • Si tú, en cambio, adviertes al malvado para que se convierta de su mala conducta, y él no se convierte, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida. (Ezequiel 33, 9)


“Todas as percepções humanas, de onde quer que venham, incluem o bem e o mal. É necessário saber determinar e assimilar todo o bem e oferecê-lo a Deus, e eliminar todo o mal.” São Padre Pio de Pietrelcina