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  • Luego ella durmió a Sansón sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, que le cortó las siete trenzas de su cabellera. Así él comenzó a debilitarse y su fuerza se apartó de él. (Jueces 16, 19)

  • Pero su cabello comenzó a crecer apenas cortado. (Jueces 16, 22)

  • y entonces ellos presentarían batalla. Cuando Benjamín comenzó a matar a algunos israelitas, unos treinta hombres en total, pensó: "Ya los tenemos completamente derrotados, como en el primer combate". (Jueces 20, 39)

  • Saúl tenía... años cuando comenzó a reinar, y reinó... años sobre Israel. (I Samuel 13, 1)

  • Así esperó siete días, según el plazo fijado por Samuel. Pero Samuel no llegaba a Guilgal y el pueblo se le comenzó a desbandar. (I Samuel 13, 8)

  • Isbaal, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. Sólo la casa de Judá seguía a David. (II Samuel 2, 10)

  • David tenía treinta años cuando comenzó a reinar y reinó cuarenta años. (II Samuel 5, 4)

  • Cuatrocientos ochenta años después que los israelitas salieron del país de Egipto, en el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Ziv -que es el segundo mes- Salomón comenzó a construir la Casa del Señor. (I Reyes 6, 1)

  • Roboám, hijo de Salomón, reinó en Judá. Tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido el Señor entre todas las tribus de Israel para poner allí su Nombre. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. (I Reyes 14, 21)

  • El año decimoctavo del reinado de Jeroboám, hijo de Nebat, Abiám comenzó a reinar sobre Judá. (I Reyes 15, 1)

  • El vigésimo año de Jeroboám, rey de Israel, comenzó a reinar Asá como rey de Judá. (I Reyes 15, 9)

  • Nadab, hijo de Jeroboám, comenzó a reinar sobre Israel el segundo año de Asá, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. (I Reyes 15, 25)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina