Gefunden 26 Ergebnisse für: Arcilla

  • les amargaron la vida con rudos trabajos de arcilla y ladrillos, con toda suerte de labores del campo y toda clase de servidumbre que les imponían por crueldad. (Exodo 1, 14)

  • ¡cuánto más a los que habitan estas casas de arcilla, ellas mismas hincadas en el polvo! Se les aplasta como a una polilla; (Job 4, 19)

  • Máximas de ceniza son vuestras sentencias, vuestras réplicas son réplicas de arcilla. (Job 13, 12)

  • Mira, soy como tú, no soy un dios, también yo de arcilla fui plasmasdo. (Job 33, 6)

  • Ella se trueca en arcilla de sello, se tiñe lo mismo que un vestido. (Job 38, 14)

  • Plata con escorias esmaltada sobre arcilla, son los labios dulces con corazón perverso. (Proverbios 26, 23)

  • Un alfarero trabaja laboriosamente la tierra blanda y modela diversas piezas, todas para nuestro uso; unas van destinadas a usos nobles, otras al contrario, pero todas las modela de igual manera y de la misma arcilla. Sobre el servicio diverso que unas y otras han de prestar, es el alfarero quien decide. (Sabiduría 15, 7)

  • Pero luego - ¡mala pena que se toma! - de la misma arcilla modela una vana divinidad. Y la modela él, que poco ha nació de la tierra y que pronto habrá de volver a la tierra de donde fue sacado, cuando le reclamen la devolución de su alma. (Sabiduría 15, 8)

  • Escoria es su corazón, más vil que la tierra su esperanza, más abyecta que la arcilla su vida, (Sabiduría 15, 10)

  • Como la arcilla del alfarero está en su mano, - y todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor, que a cada uno da según su juicio. (Eclesiástico 33, 13)

  • con su brazo moldea la arcilla, con sus pies vence su resistencia; pone su corazón en acabar el barnizado, y gasta sus vigilias en limpiar el horno. (Eclesiástico 38, 30)

  • ¡Qué error el vuestro! ¿Es el alfarero como la arcilla, para que diga la obra a su hacedor: «No me ha hecho», y la vasija diga de su alfarero: «No entiende el oficio?» (Isaías 29, 16)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina