17. Después de la muerte de Iehoiadá, los jefes de Judá fueron a postrarse delante del rey, y este se dejó llevar por sus palabras.





“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina