Found 865 Results for: David

  • David le respondió: «De hecho nos hemos abstenido desde el momento en que salimos. Los jóvenes permanecieron puros en cuanto al sexo a pesar de que es una expedición ordinaria. Ahora están puros.» (1 Samuel 21, 6)

  • Dijo David a Ajimelec: «¿No tienes a mano una lanza o una espada? Porque ni siquiera he alcanzado a tomar mi espada ni mis armas, pues la orden del rey era urgente.» (1 Samuel 21, 9)

  • Respondió el sacerdote: «Ahí está la espada de Goliat, el filisteo que mataste en el valle del Terebinto. Está envuelta en un paño detrás del efod; si deseas, tómala; porque aquí no hay más que ésa.» Dijo David: «Dámela, no hay otra como ella.» (1 Samuel 21, 10)

  • Ese mismo día se despidió David y huyó de Saúl, yendo donde Aquis, rey de Gat. (1 Samuel 21, 11)

  • Al verlo, los servidores de Aquis le dijeron a éste: «Oh rey, ¿no es éste David? ¿No es éste a quien le cantaban en danza: "Saúl mató a mil, David mató a diez mil?" (1 Samuel 21, 12)

  • David comprendió estas palabras y temió mucho a Aquis. (1 Samuel 21, 13)

  • Entonces David les hizo creer que había perdido la razón y se portaba como un loco: hacía como que tocaba el tambor en las puertas y dejaba que le corriera la saliva por la barba. (1 Samuel 21, 14)

  • David salió de allí y se refugió en la caverna de Adulam. Al saberlo sus hermanos y toda la familia de su padre, bajaron a recibirlo. (1 Samuel 22, 1)

  • De allí, David se fue a Mispé de Moab y dijo al rey de Moab: «¿Podrían quedarse con ustedes mi padre y mi madre hasta que yo sepa qué va a hacer Dios conmigo?» (1 Samuel 22, 3)

  • Los dejó, pues, con el rey de Moab, con quien estuvieron todo el tiempo que David permaneció en el refugio. (1 Samuel 22, 4)

  • El profeta Gad dijo a David: «No te quedes en el refugio. Vuelve a las tierras de Judá.» Partió David y entró en el bosque de Jeret. (1 Samuel 22, 5)

  • Supo Saúl que David y los hombres que lo acompañaban habían sido descubiertos. Y estando Saúl en Guibea, en el alto, debajo del tamarisco, con la lanza en la mano, rodeado de todos sus oficiales, (1 Samuel 22, 6)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina