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  • Yo, de entre tus hijos hice surgir profetas y me consagraba tus jóvenes como nazireos. ¿No es así, hijos de Israel? (Amós 2, 11)

  • Y agrega todavía Yavé: Como las dos patas o la punta de una oreja que el pastor salva de la boca del león, así será el resto de los hijos de Israel que en Samaria se sientan en la espuma de un sofá, sobre cojines de Damasco. (Amós 3, 12)

  • Cuando yo llegue a tomar cuentas de sus crímenes a Israel, ese día yo iré derecho a los altares de Betel: quebraré los cuernos del altar y los tiraré al suelo. (Amós 3, 14)

  • Quemen, para dar gracias, panes sin levadura, y anuncien a los cuatro vientos sus ofrendas voluntarias, pues eso les gusta a ustedes, hijos de Israel, dice el Señor Yavé. (Amós 4, 5)

  • Por eso ahora vengo a pedirte cuentas, Israel: prepárate a enfrentarte con tu Dios. (Amós 4, 12)

  • Escuchen estas palabras que yo pronuncio contra ustedes, una lamentación por ti, Israel: (Amós 5, 1)

  • Ha caído la virgen de Israel, y no volverá ya a levantarse, postrada está en el suelo, y no hay quien la levante. (Amós 5, 2)

  • Porque así dice Yavé a la gente de Israel: La ciudad de la cual salían mil hombres quedará sólo con cien, y de la que salían cien quedará sólo con diez. (Amós 5, 3)

  • Así dice Yavé a la Casa de Israel: Búsquenme a mí y vivirán, (Amós 5, 4)

  • ¡Ay de ustedes, los primeros de la primera de las naciones, a quienes acude todo el mundo en Israel! Ustedes descansan en su orgullo y se sienten seguros en el cerro de Samaria, (Amós 6, 1)

  • Y como Yavé me preguntara qué veía yo, le respondí que un nivel de plomo. Entonces el Señor prosiguió: «Voy a ver si está desplomado o no Israel, pues ya no lo apuntalaré más; (Amós 7, 8)

  • los altos lugares sagrados de Isaac serán demolidos; los santuarios de Israel, destruidos, y yo me lanzaré, espada en mano, contra la familia de Jeroboam.» (Amós 7, 9)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina