Found 2112 Results for: Señor

  • Luego de saludar a los segadores con un: «El Señor esté con ustedes», y de recibir por respuesta: «¡El Señor te bendiga!», (Rut 2, 4)

  • Entonces Ana respondió: «No, señor, yo no he tomado ni vino ni cerveza; yo soy sólo una mujer apenada que desahoga su corazón ante Yavé. (1 Samuel 1, 15)

  • diciendo: «Oyeme, señor, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Yavé. (1 Samuel 1, 26)

  • Después, despidió Samuel al pueblo, y cada cual se fue a su casa. También Saúl se fue a la suya, en Guibea, acompañado de aquellos valientes cuyos corazones había movido el Señor. (1 Samuel 10, 26)

  • Pero después clamaron a Yavé y reconocieron: Hemos pecado, porque te abandonamos a ti, Señor, y servimos a los baales y a las astartés. Pero ahora, líbranos de las manos de nuestros enemigos y te serviremos. (1 Samuel 12, 10)

  • Aquí tienen a su rey. Ya ven cómo el Señor les ha dado el rey que ustedes escogieron y pidieron. ¡Ojalá teman a Yavé, lo sirvan y escuchen su voz, y no se rebelen contra sus órdenes! (1 Samuel 12, 13)

  • Si tú, señor, lo permites, nosotros, tus servidores, buscaremos un hombre que sepa tocar la cítara para que cuando te atormente el espíritu malo de Dios, toque y sientas alivio.» (1 Samuel 16, 16)

  • Y siguió gritando: «Pronto, apúrate, no te detengas.» El joven tomó la flecha y volvió donde su señor. (1 Samuel 20, 38)

  • Cuando estuvieron todos en presencia del rey, Ajimelec se presentó diciendo: «Aquí me tienes, señor.» (1 Samuel 22, 12)

  • y dijo a sus hombres: «¡Líbreme Dios de hacer tal cosa contra mi señor! ¡No puedo poner la mano sobre el ungido de Yavé! » (1 Samuel 24, 7)

  • David salió también de la caverna detrás de él y lo llamó: «¡Oh rey, mi señor!» Saúl se volvió para mirar y vio que David estaba inclinado hasta tocar el polvo con su cara. (1 Samuel 24, 9)

  • Echándose a sus pies, le dijo: «¡Oh, señor mío! Yo soy la culpable, pero te ruego escuchar mis palabras. (1 Samuel 25, 24)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina