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  • Dentro de tres días el Faraón te hará decapitar, te colgará de un poste, y los pájaros comerán tu carne". (Génesis 40, 19)

  • Efectivamente, al tercer día se festejaba el cumpleaños del Faraón, y este agasajó con un banquete a todos sus servidores. Entonces reconsideró las causas del copero mayor y del panadero mayor en medio de sus servidores, (Génesis 40, 20)

  • y restituyó en su cargo al copero mayor, de manera que este volvió a poner la copa en la mano del Faraón; (Génesis 40, 21)

  • Dos años después, el Faraón tuvo un sueño: él estaba de pie junto al Nilo, (Génesis 41, 1)

  • y las vacas feas y escuálidas se comieron a las siete vacas hermosas y robustas. En seguida el Faraón se despertó. (Génesis 41, 4)

  • y las espigas delgadas devoraron a las siete espigas grandes y cargadas de granos. Cuando se despertó, el Faraón se dio cuenta de que había estado soñando. (Génesis 41, 7)

  • A la mañana siguiente, el Faraón se sintió muy preocupado y mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto, para contarles sus sueños. Pero nadie se los pudo interpretar. (Génesis 41, 8)

  • Entonces el copero mayor se dirigió al Faraón y le dijo: "Ahora reconozco mi negligencia. (Génesis 41, 9)

  • En cierta oportunidad, el Faraón se irritó contra sus servidores, y me puso bajo custodia, junto con el panadero mayor, en la casa del capitán de guardias. (Génesis 41, 10)

  • El Faraón mandó llamar a José, que sin pérdida de tiempo fue sacado de la prisión. Este se afeitó, se cambió de ropa y compareció ante el Faraón. (Génesis 41, 14)

  • El Faraón dijo a José: "He tenido un sueño que nadie puede interpretar. Pero me han informado que te basta oír un sueño para interpretarlo". (Génesis 41, 15)

  • José respondió al Faraón: "No soy yo, sino Dios, el que dará al Faraón la respuesta conveniente". (Génesis 41, 16)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina