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  • Sin embargo, sólo con tus padres se unió con lazos de amor, y después de ellos los eligió a ustedes, que son su descendencia, prefiriéndolos a todos los demás pueblos. (Deuteronomio 10, 15)

  • Porque cuando tus padres bajaron a Egipto, eran apenas setenta personas, y ahora el Señor te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo. (Deuteronomio 10, 22)

  • y podrán vivir largo tiempo en la tierra que el Señor juró dar a sus padres y a su descendencia, tierra que mana leche y miel. (Deuteronomio 11, 9)

  • Así, mientras haya cielo sobre la tierra, durarán tus días y los de tus hijos en el suelo que el Señor juró dar a tus padres. (Deuteronomio 11, 21)

  • Estos son los preceptos y las leyes que ustedes deberán observar y poner en práctica, mientras vivan en la tierra que el Señor, el Dios de tus padres, te da en posesión. (Deuteronomio 12, 1)

  • Si tu hermano -el hijo de tu padre o de tu madre- tu hijo o tu hija, la esposa que duerme en tus brazos, o tu amigo más íntimo, trata de seducirte en secreto, diciendo: "Vamos a servir a otros dioses", que ni tú ni tus padres conocieron (Deuteronomio 13, 7)

  • Y no retengas nada de lo que debe ser consagrado al exterminio. Así el Señor aplacará el ardor de su ira, se apiadará y tendrá misericordia de ti, y te multiplicará, como lo juró a tus padres, (Deuteronomio 13, 18)

  • Si el Señor, tu Dios, extiende tus fronteras como lo juró a tus padres, y te da toda la tierra que les prometió (Deuteronomio 19, 8)

  • Los padres no morirán por culpa de los hijos ni los hijos por culpa de los padres. Cada cual morirá por su propio pecado. (Deuteronomio 24, 16)

  • Entonces te presentarás al sacerdote que esté en funciones en aquellos días, y le dirás: "Yo declaro hoy ante el Señor, tu Dios, que he llegado a la tierra que él nos dio, porque así lo había jurado a nuestros padres". (Deuteronomio 26, 3)

  • Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. Él vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, (Deuteronomio 26, 7)

  • Inclínate desde tu santa morada, desde lo alto del cielo, y bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos diste -esa tierra que mana leche y miel- como lo habías jurado a nuestros padres". (Deuteronomio 26, 15)


“Quando te encontrares diante de Deus, na oração considera-te banhado na luz da verdade, fala-lhe se puderes, deixa simplesmente que te veja e não tenhas preocupação alguma”. São Padre Pio de Pietrelcina