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  • Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma, no puede ser anulado por la ley, que llega 430 años más tarde, de tal modo que la promesa quede anulada. (Gálatas 3, 17)

  • Pues si la herencia dependiera de la ley, ya no procedería de la promesa, y sin embargo, Dios otorgó a Abraham su favor en forma de promesa. (Gálatas 3, 18)

  • Entonces, ¿para qué la ley? Fue añadida en razón de las transgresiones hasta que llegase la descendencia, a quien iba destinada la promesa, ley que fue promulgada por los ángeles y con la intervención de un mediador. (Gálatas 3, 19)

  • Según eso, ¿la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Si de hecho se nos hubiera otorgado una ley capaz de vivificar, en ese caso la justicia vendría realmente de la ley. (Gálatas 3, 21)

  • Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. (Gálatas 3, 23)

  • De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. (Gálatas 3, 24)

  • Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, (Gálatas 4, 4)

  • para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. (Gálatas 4, 5)

  • Decidme vosotros, los que queréis estar sometidos a la ley: ¿No oís la ley?. (Gálatas 4, 21)

  • De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley. (Gálatas 5, 3)

  • Habéis roto con Cristo todos cuantos buscáis la justicia en la ley. Os habéis apartado de la gracia. (Gálatas 5, 4)

  • Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Gálatas 5, 14)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina