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  • El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén contra los jebuseos, que habitaban la región. Éstos dijeron a David: "No entrarás aquí; los ciegos y los cojos te rechazarán". Como diciendo: "David no entrará aquí". (II Samuel 5, 6)

  • Faraón, rey de Egipto, se había apoderado de Guézer y le había pegado fuego matando a los cananeos que habitaban la ciudad, y la había dado luego en dote a su hija, esposa de Salomón. (I Reyes 9, 16)

  • los clanes soforitas que habitaban en Yabés, los tiretitas, simeítas y sucatitas. Éstos son los quenitas, descendientes de Jamat, padre de la casa de Recab. (I Crónicas 2, 55)

  • Estos eran alfareros y habitaban en Netaín y Guederá: vivían junto al rey y trabajaban a su servicio. (I Crónicas 4, 23)

  • Habitaban en Berseba, Moladá, Jasar-Sual, (I Crónicas 4, 28)

  • Frente a ellos, los hijos de Gad habitaban la tierra de Basán hasta Salcá. (I Crónicas 5, 11)

  • Éstos eran jefes de familia, agrupados según sus linajes; habitaban en Jerusalén. (I Crónicas 8, 28)

  • Convocó a todo Judá y Benjamín, y a los de Efraín, Manasés y Simeón, que habitaban entre ellos, pues muchos de los de Israel se habían pasado al lado de Asá al ver que el Señor, su Dios, estaba con él. (II Crónicas 15, 9)

  • A continuación trabajaron los sacerdotes que habitaban en la llanura. (Nehemías 3, 22)

  • Los sirvientes del templo, que habitaban en el Ofel, restauraron hasta la puerta del Agua, en dirección del levante y hasta la torre saliente. (Nehemías 3, 26)

  • A continuación se reseñan los jefes de las provincias que se establecieron en Jerusalén y en las ciudades de Judá. Los israelitas, sacerdotes, levitas, sirvientes del templo y los descendientes de los siervos de Salomón habitaban en sus ciudades, cada uno en su propiedad. (Nehemías 11, 3)

  • Los sirvientes del templo habitaban en el Ofel; y Sijá y Guispá eran sus jefes. (Nehemías 11, 21)


“Que Maria seja toda a razão da sua existência e o guie ao porto seguro da eterna salvação. Que Ela lhe sirva de doce modelo e inspiração na virtude da santa humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina