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  • Los discípulos se quedaron asombrados ante estas palabras. Pero Jesús les repitió: "Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! (Marcos 10, 24)

  • Jesús dijo: "Os aseguro que nadie deja casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por mí o por el evangelio, (Marcos 10, 29)

  • que no reciba el ciento por uno ya en este mundo, en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, con persecuciones, y en el siglo venidero, la vida eterna. (Marcos 10, 30)

  • Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se le acercaron y dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir". (Marcos 10, 35)

  • "Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de uno muere dejando mujer sin hijos, su hermano debe casarse con la viuda y dar descendencia a su hermano. (Marcos 12, 19)

  • Eran siete hermanos. El primero se casó, y murió sin dejar hijos. (Marcos 12, 20)

  • El hermano entregará a la muerte a su hermano, y el padre al hijo, y los hijos se alzarán contra los padres y los matarán. (Marcos 13, 12)

  • No tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos de avanzada edad. (Lucas 1, 7)

  • Irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y enseñar a los rebeldes la sabiduría de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto". (Lucas 1, 17)

  • Demostrad con obras vuestro arrepentimiento, y no os pongáis a decir: Tenemos por padre a Abrahán; porque yo os digo que Dios puede sacar de estas piedras hijos de Abrahán. (Lucas 3, 8)

  • y lo mismo Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: "No tengas miedo; desde ahora serás pescador de hombres". (Lucas 5, 10)

  • Pero vosotros amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar remuneración; así será grande vuestra recompensa y seréis hijos del altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y con los malvados. (Lucas 6, 35)


“Caminhe com alegria e com o coração o mais sincero e aberto que puder. E quando não conseguir manter esta santa alegria, ao menos não perca nunca o valor e a confiança em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina