Fundar 73 Resultados para: Ajab

  • Cuando murió Omrí, lo sepultaron en Samaria y le sucedió su hijo Ajab. (1 Reyes 16, 28)

  • Ajab, hijo de Omrí, comenzó a reinar sobre Israel el año treinta y ocho de Asá, rey de Judá, y reinó veintidós años en su capital, Samaria. (1 Reyes 16, 29)

  • Ajab se portó muy mal con Yavé, y fue peor que todos los reyes anteriores. (1 Reyes 16, 30)

  • Elías, del pueblo de Tisbé, en Galaad, dijo a Ajab: «Por la vida de Yavé, el Dios de Israel a cuyo servicio estoy, no habrá estos años lluvia ni rocío mientras yo no mande.» (1 Reyes 17, 1)

  • Pasado mucho tiempo, Yavé habló a Elías, al tercer año, y le dijo: «Vete y preséntate a Ajab, pues nuevamente mandaré la lluvia sobre este país.» (1 Reyes 18, 1)

  • Y partió Elías para presentarse a Ajab. En la ciudad de Samaria faltaban los alimentos, (1 Reyes 18, 2)

  • así que llamó Ajab al administrador de su casa, de nombre Abdías. (Este Abdías era gran servidor de Yavé y, (1 Reyes 18, 3)

  • Dijo, pues, Ajab a Abdías: «Ven, vamos a recorrer el país por todas sus fuentes y todos sus torrentes para ver si encontramos algo de hierba para mantener los caballos y mulos sin que tengamos que suprimir el ganado.» (1 Reyes 18, 5)

  • Se repartieron el país para recorrerlo: Ajab se fue solo por un camino y Abdías solo por otro. (1 Reyes 18, 6)

  • Respondió Abdías: «¿Qué pecado he hecho para que me entregues en manos de Ajab? ¿Acaso quieres mi muerte? (1 Reyes 18, 9)

  • Sucederá que, en cuanto me aleje de ti, el espíritu de Yavé te llevará no sé dónde. Mientras tanto habré avisado a Ajab y él, al no hallarte, me matará. Sin embargo, yo soy siervo de Yavé desde mi juventud. (1 Reyes 18, 12)

  • Abdías, pues, fue a transmitir este recado a Ajab, el cual volvió para ver a Elías. (1 Reyes 18, 16)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina