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  • dio un gran banquete a todos sus ministros y cortesanos, a los generales del ejército de Persia y Media, a los grandes de su reino y a los gobernadores de las provincias. (Ester 1, 3)

  • De ahora en adelante, ante el mal ejemplo de la reina, ¿cómo se irán a comportar con nosotros, tus vasallos, nuestras esposas, las princesas de Persia y de Media? Ciertamente nos van a menospreciar y nosotros nos vamos a enojar con ellas. (Ester 1, 18)

  • Todo lo que realizó durante su gobierno y todas sus hazañas, como también la narración del ascenso de Mardoqueo, se encuentran narrados en el libro de las Crónicas de los reyes de Media y de Persia. (Ester 10, 2)

  • Se encontró muy apurado y decidió ir a Persia a cobrar los tributos de aquellas provincias y reunir mucho dinero. (1 Macabeos 3, 31)

  • Cuando el rey Antíoco atravesaba las regiones altas de Persia, tuvo noticias de Elimaida, ciudad célebre por su riqueza de plata y oro. (1 Macabeos 6, 1)

  • Estando todavía en Persia, le comunicaron las derrotas de los ejércitos enviados a Judea. Le dijeron (1 Macabeos 6, 5)

  • había vuelto de Persia y de Media con el ejército que había acompañado al rey a esas partes, e intentaba tomar el poder. (1 Macabeos 6, 56)

  • Arsaces, rey de Persia y de Media, supo que Demetrio había entrado en su territorio y mandó uno de sus generales a capturarlo vivo. (1 Macabeos 14, 2)

  • su jefe partió para Persia con un ejército al parecer invencible, pero los sacerdotes de la diosa Nanea le tendieron una trampa y lo mataron en su templo. (2 Macabeos 1, 13)

  • Pues, cuando nuestros padres fueron llevados a Persia, los sacerdotes piadosos de entonces tomaron brasas del altar y las escondieron secretamente en el fondo de un pozo seco, con tanta cautela que el lugar quedó ignorado de todos. (2 Macabeos 1, 19)

  • Pasados muchos años, cuando a Dios le pareció bien, Nehemías, despedido por el rey de Persia, mandó que los descendientes de los sacerdotes que habían escondido el fuego, lo fueran a buscar. Pero, como ellos informaron que no habían encontrado fuego, sino un líquido espeso, (2 Macabeos 1, 20)

  • Al volver de Persia enfermé de gravedad, por lo que me ha parecido necesario preocuparme de la seguridad común de todos ustedes. (2 Macabeos 9, 21)


“Recorramos a Jesus e não às pessoas, pois só ele nunca nos faltará.” São Padre Pio de Pietrelcina