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  • Dame a mis mujeres, por las que te he servido, y a mis hijos, para que pueda irme. Porque tú sabes muy bien cuánto trabajé por ti". (Génesis 30, 26)

  • Entonces Jacob añadió: "Tú sabes bien cómo te he servido, y cómo prosperó tu hacienda gracias a mis cuidados. (Génesis 30, 29)

  • Pero Aarón respondió: "Te ruego, señor, que reprimas tu enojo. Tú sabes muy bien que este pueblo está inclinado al mal. (Exodo 32, 22)

  • "Por favor, no nos abandones, le insistió Moisés; tú sabes muy bien en qué lugar del desierto podemos acampar, y por eso nos servirás de guía. (Números 10, 31)

  • Si ese hermano no es tu vecino o no sabes quién es, encierra al animal en tu casa y cuídalo hasta que él lo venga a reclamar. Entonces se lo devolverás. (Deuteronomio 22, 2)

  • Los hijos de Judá fueron a Guilgal, donde estaba Josué; y Caleb, hijo de Iefuné, el quenizita, le dijo: "Tú sabes muy bien lo que el Señor dijo a Moisés, el hombre de Dios, acerca de mí y de ti, en Cades Barné. (Josué 14, 6)

  • Entonces tres mil hombres de Judá bajaron hasta la cueva de la roca de Etám y dijeron a Sansón: "¿No sabes que los filisteos nos tienen dominados? ¿Qué nos has hecho?". Él les respondió: "Yo los traté como ellos me trataron a mí". (Jueces 15, 11)

  • Pero la mujer le respondió: "Tú sabes bien lo que hizo Saúl, cómo extirpó del país a nigromantes y adivinos. ¿Por qué me tiendes una trampa para hacerme morir?". (I Samuel 28, 9)

  • David dijo al joven que le traía la noticia: "¿Cómo sabes que murieron Saúl y su hijo Jonatán?". (II Samuel 1, 5)

  • Tú sabes bien quién es Abner, hijo de Ner. Él ha venido a engañarte, para enterarse de tus movimientos y saber todo lo que haces". (II Samuel 3, 25)

  • Tú sabes, además, lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, lo que hizo a los dos jefes de los ejércitos de Israel, a Abner, hijo de Ner, y a Amasá, hijo de Iéter: como los mató, vengando en tiempo de paz la sangre derramada en la guerra; así manchó con sangre inocente mi cinturón y mis sandalias. (I Reyes 2, 5)

  • Ahora no lo dejes sin castigo, porque eres un hombre sensato y sabes cómo deberás tratarlo para que sus cabellos blancos bajen ensangrentados al Abismo". (I Reyes 2, 9)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina