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  • y yo destruiré sus lugares altos, derribaré los altares donde ofrecen incienso, y arrojaré los cadáveres de ustedes sobre sus ídolos inertes. Les tendré aversión, (Levítico 26, 30)

  • y hayan desposeído de sus dominios a todos los habitantes del país, ustedes harán desaparecer todas sus imágenes esculpidas y todas sus estatuas de metal fundido, y demolerán todos sus lugares altos. (Números 33, 52)

  • Pero como hasta esos días no se había construido la Casa para el Nombre del Señor, el pueblo ofrecía sacrificios en los lugares altos. (I Reyes 3, 2)

  • Salomón amaba al Señor y caminaba según las prescripciones de su padre David. Sin embargo, ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos. (I Reyes 3, 3)

  • Jeroboám erigió templetes en los lugares altos, e instituyó sacerdotes de entre el común de la gente, que no eran hijos de Leví. (I Reyes 12, 31)

  • Además, celebró una fiesta el día quince del octavo mes, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar. Esto lo hizo en Betel, donde ofreció sacrificios a los terneros que había fabricado. En Betel estableció a los sacerdotes de los lugares altos que había erigido. (I Reyes 12, 32)

  • Y gritó contra el altar, por orden del Señor: "¡Altar! ¡Altar! A la casa de David le nacerá un hijo -su nombre será Josías- y él inmolará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti, y hará arder sobre ti huesos humanos". (I Reyes 13, 2)

  • porque ciertamente se cumplirá la palabra que él proclamó, por orden del Señor, contra el altar de Betel y contra todos los santuarios de los lugares altos que están en las ciudades de Samaría". (I Reyes 13, 32)

  • Después que sucedió esto, Jeroboám no se convirtió de su mala conducta. Volvió a instituir como sacerdotes de los lugares altos a personas tomadas del común de la gente; todo el que lo deseaba era investido por él y se convertía en sacerdote de los lugares altos. (I Reyes 13, 33)

  • También ellos se erigieron lugares altos, piedras conmemorativas y postes sagrados, en cualquier colina elevada y bajo todo árbol frondoso. (I Reyes 14, 23)

  • Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos, aunque el corazón de Asá perteneció íntegramente al Señor durante toda su vida. (I Reyes 15, 14)

  • Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (I Reyes 22, 44)


“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina