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  • Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado, (Exodo 34, 34)

  • la Morada, su carpa y su cobertura, sus ganchos, sus bastidores, sus travesaños, sus columnas y sus bases; (Exodo 35, 11)

  • Después vinieron los que se sintieron movidos por un impulso generoso, y trajeron al Señor una ofrenda para la construcción de la Carpa del Encuentro, para su servicio cultual y para sus vestiduras sagradas. (Exodo 35, 21)

  • También confeccionaron once toldos de pelo de cabra, para cubrir la Morada a manera de carpa. (Exodo 36, 14)

  • y forjaron cincuenta ganchos de bronce: así unieron la carpa, de manera que formara un todo. (Exodo 36, 18)

  • Después hicieron para la carpa una cobertura de cueros de carnero teñidos de rojo, y otra cobertura de pieles finas para ponerla encima. (Exodo 36, 19)

  • Hicieron, asimismo, para la entrada de la carpa, una cortina de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado, todo esto recamado artísticamente, (Exodo 36, 37)

  • Después hizo la fuente de bronce y su base también de bronce, con los espejos de las mujeres que prestaban servicio a la entrada de la Carpa del Encuentro. (Exodo 38, 8)

  • Con ellos se hicieron las bases para la entrada de la Carpa del Encuentro, el altar de bronce con su enrejado y todos sus utensilios, (Exodo 38, 30)

  • Así fue concluida la construcción de la Morada, o sea, la Carpa del Encuentro. En la ejecución del trabajo, los israelitas obraron exactamente conforme a todo lo que el Señor había mandado a Moisés. (Exodo 39, 32)

  • Entonces presentaron a Moisés la Morada, la Carpa y todo su mobiliario: los ganchos, los bastidores, los travesaños, las columnas con sus bases; (Exodo 39, 33)

  • el altar de oro, el óleo de la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada de la Carpa; (Exodo 39, 38)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina