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  • No te miraré con piedad y no me compadeceré, haré recaer sobre ti tu mala conducta, y tus abominaciones persistirán en medio de ti: así ustedes sabrán que yo, el Señor, soy el que golpeo. (Ezequiel 7, 9)

  • Yo también obraré con furor, sin una mirada de piedad y sin tener compasión. Gritarán con toda su voz a mis oídos, pero no los escucharé". (Ezequiel 8, 18)

  • Luego oí que les decía a los otros: "Recorran la ciudad detrás de él, hieran sin una mirada de piedad y sin tener compasión. (Ezequiel 9, 5)

  • Yo tampoco tendré una mirada de piedad ni me compadeceré, sino que haré recaer sobre ellos su mala conducta". (Ezequiel 9, 10)

  • Así habla el Señor: Por tres crímenes de Edóm, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque persiguió a su hermano con la espada y ahogó todo sentimiento de piedad; porque conserva su enojo para siempre y mantiene incesantemente su furor, (Amós 1, 11)

  • Aborrezcan el mal, amen el bien, y hagan triunfar el derecho en la Puerta: tal vez el Señor, Dios de los ejércitos, tenga piedad del resto de José. (Amós 5, 15)

  • ¡Señor, yo he oído tu renombre! ¡He visto tu obra, Señor ! ¡En el curso de los años, hazla revivir, en el curso de los años, manifiéstala; pero en la conmoción, acuérdate de tener piedad! (Habacuc 3, 2)

  • Por eso, así habla el Señor: Yo he vuelto a Jerusalén con piedad; allí será reconstruida mi Casa -oráculo del Señor de los ejércitos- y la cuerda de medir será tendida sobre Jerusalén. (Zacarías 1, 16)

  • Yo fortificaré a la casa de Judá y salvaré a la casa de José. Los restableceré porque tendré piedad de ellos, y serán como si yo no los hubiera rechazado, porque yo soy el Señor, su Dios, y los escucharé. (Zacarías 10, 6)

  • Y ahora, aplaquen el rostro de Dios, para que él tenga piedad de nosotros. Todo esto viene de las manos de ustedes, ¿acaso él se les mostrará favorable?, dice el Señor de los ejércitos. (Malaquías 1, 9)

  • Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: «Ten piedad de nosotros, Hijo de David». (Mateo 9, 27)

  • Entonces una mujer cananea, que salió de aquella región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio». (Mateo 15, 22)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina