Fundar 15 Resultados para: Querubín

  • El primer querubín estará en un extremo y el segundo en el otro, y los harás de tal manera que formen una sola pieza con la tapa. (Exodo 25, 19)

  • montó en el Querubín y emprendió vuelo, planeando sobre las alas del viento. (II Samuel 22, 11)

  • Las alas del primer querubín medían dos metros y medio cada una, de manera que había cinco metros desde el extremo de una de sus alas hasta el extremo de la otra. (I Reyes 6, 24)

  • El segundo querubín medía también cinco metros; los dos querubines tenían la misma dimensión y la misma forma: (I Reyes 6, 25)

  • Salomón puso los querubines en medio del recinto interior. Estos tenían las alas desplegadas: un ala del primer querubín tocaba el muro y un ala del segundo tocaba el muro opuesto; y las alas extendidas hacia el centro de la Casa se tocaban una con otra. (I Reyes 6, 27)

  • Las alas de los querubines medían diez metros de largo: un ala del primer querubín, de dos metros y medio, tocaba el muro de la Casa; la otra ala, de dos metros y medio, tocaba el ala del otro querubín. (II Crónicas 3, 11)

  • Un ala del otro querubín, de dos metros y medio, tocaba el muro de la Casa; la otra ala, de dos metros y medio, se juntaba con el ala del primer querubín. (II Crónicas 3, 12)

  • montó en el Querubín y emprendió vuelo, planeando sobre las alas del viento. (Salmos 18, 11)

  • El Señor dijo al hombre vestido de lino: "Entra en medio del círculo, debajo del querubín, llena tus manos con las brasas incandescentes que están entre los querubines, y espárcelas sobre la ciudad". Y el hombre entró allí, ante mis propios ojos. (Ezequiel 10, 2)

  • La gloria del Señor se elevó por encima del querubín y se dirigió hacia el umbral de la Casa: la nube llenó la Casa, y el atrio se llenó de la claridad de la gloria del Señor. (Ezequiel 10, 4)

  • El querubín extendió su mano hacia el fuego que estaba entre los querubines, lo tomó y lo puso en las manos del hombre vestido de lino: este lo recibió y salió. (Ezequiel 10, 7)

  • Cada uno de ellos tenía cuatro rostros: el primero era un rostro de querubín, el segundo, un rostro de hombre, el tercero, un rostro de león y el cuarto, un rostro de águila. (Ezequiel 10, 14)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina